Aunque Capriles representa una porción de venezolanos – por cierto engañados y disociados de la realidad – , no es un interlocutor válido para hablar de la democracia y paz. No olvidemos que junto a su partido político estuvo implicado en el asalto a la embajada cubana durante el golpe de abril de 2002, en la persecución y arresto de ministros y simpatizantes del chavismo en la misma fecha, en el sabotaje petrolero y otras acciones que han causado daños a la economía nacional
José Gregorio González Márquez
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El Gobierno colombiano asume una actitud de enfrentamiento con Venezuela. Respetamos la soberanía de otras naciones y el derecho que tienen sus ciudadanos, Instituciones y gobernantes de reunirse con quienes quieran; sin embargo, la diplomacia internacional debe funcionar en beneficio de la concordia entre países amigos.
La visita del ex candidato Capriles a Colombia forma parte de una escalada de violencia en contra de los venezolanos. De violencia porque no acepta la expresión del pueblo al elegir al presidente Nicolás maduro Moros como su líder; de violencia porque levantando falsas acusaciones pretende imponer la matriz de opinión de un país donde no se respetan los Derechos Humanos.
Aunque Capriles representa una porción de venezolanos – por cierto engañados y disociados de la realidad – , no es un interlocutor válido para hablar de la democracia y paz. No olvidemos que junto a su partido político estuvo implicado en el asalto a la embajada cubana durante el golpe de abril de 2002, en la persecución y arresto de ministros y simpatizantes del chavismo en la misma fecha, en el sabotaje petrolero y otras acciones que han causado daños a la economía nacional.
El presidente Juan Manuel Santos y su equipo debe sopesar a partir de ahora sus actuaciones con respecto a las relaciones diplomáticas con Venezuela. Sería lamentable que se perdiera todo el terreno ganado durante el mandato del camarada Presidente. Si apoya la posición de Capriles desconocería la voluntad popular y por lo tanto, se alejaría del verdadero sentido democrático que corresponde mantener un jefe de Estado.
Sabemos que la oposición no descansa. Acude constantemente a foros internacionales a llorar su frustración. Con argumentos falsos y mentiras busca calumniar al gobierno legítimamente electo. No les importa lo que pueda ocurrir. Afortunadamente siempre quedan en evidencia. Sus caprichos no son atendidos en ninguna parte.
La arremetida seguirá. Esperemos que Colombia y su gobierno piensen con seriedad y no caigan en el juego de la derecha opositora y así no se afecten las relaciones bilaterales