Por: David Uzcátegui
El reciente apagón masivo que afectó a Venezuela el 30 de agosto ha traído de nuevo a la palestra el estado del sistema eléctrico del país. Es un problema de vieja data, que se ha convertido en recurrente y que sin duda necesita un nuevo y desapasionado enfoque para ser abordado y poder encontrar realmente soluciones.
El apagón mencionado afectó a toda Venezuela por más de 24 horas. Aunque se buscó tranquilizar a la población a medida que se lograba la recuperación del servicio, especialmente en Caracas y otras áreas clave, otras regiones afectadas siguieron sufriendo intermitencias.
En medio de este escenario de incertidumbre, resulta esencial hacer un llamado para enfocar la discusión en las soluciones. Mientras narrativas ya escuchadas se repiten, especialistas independientes han señalado desde hace años la desinversión y el mantenimiento insuficiente como las verdaderas causas detrás de estos fallos. La infraestructura del sistema eléctrico, principalmente la red de transmisión y generación, se encuentra en un estado crítico, agravado por la falta de planificación a largo plazo.
A pesar de las condiciones inesperadas del apagón, las autoridades han implementado medidas inmediatas como el «Plan Centella», diseñado para facilitar el transporte y la movilidad de los ciudadanos afectados por la interrupción del servicio. Estas acciones de respuesta rápida son bienvenidas, pero deben acompañarse de una estrategia más amplia que ataque las raíces del problema, para abordar directamente sus causas y encontrar soluciones que se puedan sostener en el tiempo.
¿Qué se puede hacer para evitar que este tipo de apagones se conviertan en la norma? Primero, es crucial una inversión significativa en el mantenimiento y modernización del Sistema Eléctrico Nacional. La situación actual requiere una intervención técnica profunda, que abarque tanto la infraestructura física como la capacitación del personal que opera el sistema.
Segundo, la creación de fuentes alternativas de energía, como plantas solares y eólicas, ayudaría a diversificar la matriz energética y reducir la dependencia de una infraestructura centralizada y vulnerable. Muchos países de la región latinoamericana, especialmente en el cono sur, están confiando para resolver gran parte de su necesidad de energía en fuentes como la hidroeléctrica.
El uso de energía renovable no solo podría aliviar la carga en la red actual, sino que también contribuiría a la sostenibilidad ambiental, trayendo beneficios económicos por ser financieramente más asequible en el largo plazo, además de confiable en su suministro. Este es un gran momento también para pensar en migrar a nuevos esquemas energéticos.
Para mitigar el riesgo de que los apagones se conviertan en una constante, también es fundamental mejorar la gestión de recursos y la planificación energética a nivel nacional. Esto implica no solo aumentar la inversión en el mantenimiento de las plantas generadoras y las redes de transmisión, sino también implementar estrategias de eficiencia energética.
Programas que promuevan el uso responsable de la energía, tanto en el sector industrial como en el doméstico, pueden ayudar a reducir la sobrecarga en el sistema. A su vez, la descentralización de la red eléctrica podría disminuir la vulnerabilidad de áreas que dependen de un único punto de generación.
Otra solución viable es la cooperación internacional. Venezuela podría buscar apoyo técnico y financiero de organismos multilaterales y países con experiencia en la gestión de crisis energéticas. Existen precedentes en América Latina donde, a través de alianzas y cooperación internacional, los países han logrado superar desafíos energéticos similares. Sin embargo, esto requiere la apertura a establecer acuerdos que beneficien al país a largo plazo, priorizando el interés nacional.
Finalmente, se deben rendir cuentas de lo que se está haciendo, para generar confianza en la población. Informes detallados sobre el estado del sistema eléctrico, sus fallas y las medidas que se están tomando ayudarían a evitar la inquietud colectiva. La ciudadanía aprecia las respuestas claras y soluciones explicadas, actitud que traería tranquilidad a la gente.
Este apagón es un recordatorio de los asuntos pendientes que tiene el país para terminar de dejar atrás al pasado en donde pertenece: en el pasado. También es una oportunidad para que todos los venezolanos nos enfoquemos en construir un consenso que priorice el bienestar de la población. Las soluciones están al alcance, pero requieren voluntad política, técnica y un enfoque a largo plazo.
El reto es grande, pero la transformación del sistema eléctrico venezolano es posible si se abordan las causas estructurales con un enfoque integral y coordinado.