La suerte del joven es comparada con la de Emmett Till, un adolescente de 14 años, torturado y asesinado por dos hombres blancos en Mississippi en 1955 por flirtear con una joven blanca
WASHINGTON. Estados Unidos volvió a elegir el año pasado al primer presidente negro de su historia, pero la rémora del racismo sigue latente, luego de la absolución de George Zimmerman por el asesinato del adolescente negro Trayvon Martin.
Este caso «no puede ser visto de otra manera que como una triste muestra del estado de las relaciones entre razas en este país», constaba este lunes un editorial del cotidiano the New York Times, evocando un país «infectado por el racismo».
El vigilante vecinal George Zimmerman, de 29 años, fue absuelto en la noche del sábado por el asesinato de Trayvon Martin, un adolescente negro de 17 años, en febrero de 2012 en Sanford (Florida, sureste).
La muerte del adolescente y luego el juicio de su atacante en los últimos días, apasionaron y dividieron al país, entre partidarios del derecho a portar y usar armas y militantes antiracistas.
Ante las acusaciones de racismo de la comunidad negra, aludiendo al «delito de ser negro», la estrategia de los abogados del vigilante durante todo el juicio, fue invocar el derecho a la legítima defensa y el respeto a la ley que la legaliza en Florida, adoptada luego por decenas de otros Estados.
El jurado integrado por cinco mujeres blancas y una hispana, aparentemente tuvo en cuenta este argumento para reafirmar la ley, satisfaciendo a los militantes pro uso de las armas.
La suerte del joven es comparada con la de Emmett Till, un adolescente de 14 años, torturado y asesinado por dos hombres blancos en Mississippi en 1955 por flirtear con una joven blanca. Ambos hombres fueron absueltos.
En decenas de manifestaciones, reuniones y vigilias celebradas en Nueva York, San Francisco, Los Angeles o Chicago, miles de personas denunciaron lo que calificaron de «moderno linchamiento» -en alusión a los linchamientos de negros perpetrados a inicios del siglo XX en el sur de Estados Unidos- y coreaban «Todos somos Trayvon Martin», con las capuchas de sus sweat-shirts sobre la cabeza, como la llevaba el adolescente negro en la lluviosa noche de su muerte.
El propio presidente Barack Obama intentó calmar los ánimos: «Estamos en un Estado de derecho, y un jurado dictaminó», dijo, calificando la muerte de Trayvon Martin como una «tragedia, no solamente para su familia, no solamente para una comunidad, sino para Estados Unidos».
Un mes después de la muerte del adolescente, en marzo de 2012, el primer presidente negro estadounidense había salido de su reserva, declarando: «si yo tuviera un hijo, se parecería a Trayvon».
Agencias