¿Qué señal existe de que va haber una invasión, o de que ha habido en estos quince años intento de invasión de parte de potencia extranjera?
Paciano Padrón
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Tenemos ya casi quince años con la misma melodía. Desde el inicio del nefasto régimen comunista-castrista que nos estamos calando todavía -primero Chávez y ahora su mala copia, Maduro- nos han mantenido con la constante alerta de que vamos a ser invadidos por potencias extranjeras, que el imperialismo está intentando poner su planta insolente y humillante sobre nuestra Patria. Tal cuento no solo sirve para distraer la opinión de la creciente debacle que nos agobia como pueblo, sino para simultáneamente gastar a mano abierta en el lucrativo negocio de la chatarra militar de los perros de la guerra, para justificar tropelías y crear y sostener grupos armados que nada tienen que ver con la defensa nacional, sino con la humillación del pueblo.
¿Qué señal existe de que va haber una invasión, o de que ha habido en estos quince años intento de invasión de parte de potencia extranjera? Por supuesto que ninguna señal, es una mentira para desarrollar sus estrategias. Los equilibrios que hoy operan en el escenario internacional y en las Naciones Unidas, así como el mundo globalizado de nuestros días, hacen no viable la tal invasión. Luego, o son lerdos quienes hablan de la invasión, o utilizan el supuesto acecho en beneficio personal contrariando así los intereses de la República.
Somos el país de América Latina que en la última década ha gastado más dinero en armamento militar, en “equipamiento” de la FAN, entiéndase, compra de juguetes bélicos para distraer a los militares, mientras que los encargados de la compra llenan sus bolsillos con jugosas comisiones que de forma “generosa” otorgan los llamados perros de la guerra. No hay estimación precisa del baile de miles de millones de dólares dilapidados en armas que en nada nos beneficia, por cierto muchas de ellas de dudosa calidad y modernidad. Desafío al régimen a publicar las cifras y actuar con transparencia. ¿Cuántas casas pudieron haberse construido, o cuántos hospitales o escuelas pudieron ser dotados, si en vez de la chatarra bélica hubiésemos actuado con patriotismo y atendido los requerimientos de nuestra gente, particularmente de los más humildes?
Chávez habló hasta la saciedad de que el país debía prepararse para una guerra asimétrica contra el invasor, lo que implica que nuestro enfrentamiento militar contra el imperio invasor no sería con aviones de guerra ni tanques, sino con guerrilleros dotados de fusiles y ametralladoras. De ser así, de estar pensando en la guerra asimétrica, explíquenme entonces, ¿por qué esa millonada de dólares en adquisición de aviones de guerra, submarinos, fragatas, tanques y tantos otros equipos que nunca serían utilizados en guerrilla o lucha asimétrica? Era pura mentira de Chávez, y es ahora falsedad de mentira fresca.
Mientras las compras de la chatarra militar enriquecen a unos pocos generales y a algunos peces gordos civiles del cogollo del régimen, el gobierno aprovecha de crear milicias bajo la tesis del “pueblo en armas”; los llamados colectivos son equipados hasta los dientes, y se han dado el lujo de salir a las calles con sus armas largas, dejándose fotografiar y constituyendo motivo de envidia de nuestra mal dotada policía, que es el órgano de fuerza para enfrentar el verdadero enemigo armado de los venezolanos, el que ya ha asesinado a más de 160 mil de los nuestros. Mientras se “arma al pueblo”, con una hipocresía brutal se pone en marcha la Misión Patria Segura, que sustituye a la Misión A Toda Vida, ambas a su vez sucesoras de otros veinte planes igualmente fracasados. Se habla de un plan de desarme, mientras se arman desde el gobierno a grupos afectos que atacan a la población como hampones con antifaz.
Ya toda Venezuela conoce cómo Patria Segura se traduce en Patria insegura y sangrante, ya sabemos de militares que, en numerosos casos, han arremetido contra el pueblo y acribillado a los nuestros. Ya es hora de ponerle punto final a este engaño, a este juego que solo sirve a los intereses del régimen.
