“Que gordo tan bello” es la frase recurrente entre los adultos que ven niños rollizos, que conforme van creciendo mantienen la contextura “gruesa” que muchos vinculan con una buena alimentación.
Nada más erróneo. El Anuario Sanitario 2013 elaborado por la Organización Mundial de Salud (OMS) recalca que en Venezuela el porcentaje de niños menores de 5 años con sobrepeso es de 6.4%.
Esta es una tendencia que viene en aumento desde 1980. A la fecha, se estima que 40 millones de niños menores de 5 años viven con obesidad, pese a que sus padres pudieron prevenirla con una mejor alimentación y actividad física. Por esta condición, la mayoría de ellos son candidatos a desarrollar problemas cardiacos en el futuro.
Actualmente fallecen aproximadamente 2,8 millones de personas adultas como consecuencia del sobrepeso o la obesidad. Además, el 44% de diabetes, el 23% de cardiopatías y entre el 7% y el 41% de algunos cánceres que son atribuibles al sobrepeso y la obesidad, como el de estómago, hígado y tiroides.
Estas cifras tiene en jaque a la comunidad médica, que a la par de los estudios para combatir enfermedades como el cáncer y el SIDA, desarrollan campañas informativas para llevar en su mínima expresión los factores de riesgo y erradicar aquellas enfermedades que se pueden evitar, tal es el caso de la obesidad, que en los niños es responsabilidad directa de los padres.
La Revista The Lancet investigó cómo se organizan las familias ante la llegada de corazones enfermos. En su ejemplar de mayo de 2013 publicaron una investigación realizada en New Jersey (Estados Unidos), donde un grupo de médicos quería determinar las causas por las que algunos menores con problemas del corazón crecían a menor ritmo que otros niños sanos. La culpa no era del defecto cardiaco sino de lo que no comían o comían en exceso.
Los investigadores revelaron que la mayoría de los padres tienden a restringirles alimentos y a hacerlos más sedentarios, según ellos para evitar que ganaran peso o se ejercitaran demás. Eso llevó a la conclusión de que si el temor es la obesidad, se debe profundizar en la causa que verdaderamente la desarrolla, que es el desequilibrio entre las calorías consumidas y las gastadas.
Herramientas a su favor
Los expertos coinciden en que es entendible que los representantes tiendan a sobreproteger a estos infantes, pero si realmente quieren cuidarlos lo que deben hacer es dejarse guiar por los consejos de los expertos como pediatras, cardiólogos y nutricionistas.
El segundo paso es garantizarles una alimentación balanceada, en la que se incluyan todos los grupos de nutrientes y combinarlo con una actividad física de acuerdo a su edad y capacidades.
Cada alimento va a aportarle una cantidad de energía suficiente para que se mantengan activos y sanos y puedan crecer. El hecho de que algunos pequeñines tengan problemas en su corazón no es sinónimo de que deban eliminar por completo algunos alimentos, solo consumirlos con moderación.
Apunta el estudio que no hay evidencia científica que asegure que un alimento por sí mismo es el causante de la obesidad o de empeorar un mal cardiaco. Si la dieta está balanceada, sería erróneo hablar de alimentos buenos o malos, resaltando que no es recomendable eliminar nada de la dieta ni abusar en la ingesta de algún producto en específico. En la moderación está la clave./ Con información de Proa Comunicaciones Integradas
Ingénieselas
Para que alimentar bien al niño no se convierta en una tarea titánica y no se vea comprometido su estado nutricional, puede seguir estos tips:
-El niño en edad preescolar tiene más interés en jugar
que comer, por lo que es necesario hacer de la comida una actividad divertida, incentivando una actitud positiva en el pequeño.
-En toda dieta es esencial la incorporación de proteínas, porque ayudan a formar, mantener y reparar los órganos y tejidos del cuerpo, para que éste funciona normalmente.
-Las frutas y vegetales son necesarios en una dieta balanceada porque contienen minerales, vitaminas y otros antioxidantes esenciales para prevenir enfermedades.
-En edad preescolar la actividad física del niño aumenta considerablemente, por lo que es importante el suministro de arroz, fideos, sémola, maicena y papa, ya que todos estos alimentos aportan hidratos de carbono y calorías al cuerpo.
-Inmiscuir al niño a la hora de preparar la merienda le puede resultar atractivo. Igualmente es bueno fomentar a que estén abiertos a probar nuevos alimentos.
-Es importante variar y combinar los colores de las frutas y vegetales (cada color pertenece a una vitamina diferente).
Johana Rodríguez/ jrodriguezdiariolaregion.net – @michellejrl