
En Cataluña las tradiciones escatológicas tienen un papel muy destacado en las celebraciones navideñas. Sus portales de Belén, además de contar con la virgen María, San José, el niño Jesús y los siempre presentes pastores, esconden una sorpresa.
Oculto tras un árbol, un puente o alguna construcción se halla el «caganer», una figura que hace sus necesidades en tan emblemático escenario y del que se hace, año tras año, la figura de personajes relevantes. No se salvan de su peculiar mu±eco personajes como la Reina de Inglaterra, todo tipo de políticos, cantantes como Shakira, o los futbolistas de moda.
Se cree que el origen de esta tradición se sitúa entre el cambio de siglo XVII y XVIII, en mitad del Barroco, un movimiento cultural y artístico que se caracterizaba por un realismo exagerado. En esa época no era una figura específica del Belén, sino que se encuentra en azulejos donde sale representado contando historias. El ‘caganer’ aparece en el belén catalán a finales del siglo XVII aunque no se hizo popular del todo hasta el siglo XIX.
Tradicionalmente, el caganer era un campesino ataviado con la indumentaria tradicional catalana (faja y barretina). Más modernamente se han realizado todo tipo de versiones del caganer, utilizando a menudo la imagen de personajes populares como políticos o deportistas. Por ejemplo, en el año 2008 se vendían figuras de Barack Obama, Hugo Chávez, Cristina Fernández de Kirchner y Lula da Silva.

Aunque no se conoce con exactitud cual es la razón para colocar esta figura, se cree que el caganer con sus heces fertiliza la Tierra, por lo que se le considera un símbolo de prosperidad y buena suerte para el año siguiente.
La tradición del caganer está aceptada plenamente por la Iglesia. Colocar esta figura en el Belén, traía suerte y alegría; no hacerlo comportaba desventura.
Curiosamente, el caganer no es el único personaje navideño típicamente catalán que defeca.
Existe otra tradición, el Tió, un tronco de árbol al que los niños apalean la noche antes de Navidad.
Al ritmo de los golpes y de canciones tradicionales que los niños le dedican el Tió les recompensa «evacuando» dulces y golosinas.