Eran retablos de navidad, en el mejor sentido del término. Adentro de las casas viven familias trabajadoras y dignas, quienes acogerían sin pensarlo a José y María
Gustavo Coronel
Estuve con mi esposa en Cumberland y Grantsville, Maryland. Fuímos a visitar a un amigo y a saludar a los dueños de la Casa de antiguedades “Blue Moon”, en Grantsville, donde siempre encontramos una que otra pequeña pieza para traer de regreso a casa: una taza de porcelana, una navajita del siglo pasado como las que usaba mi padre, ese tipo de cosas de relativo poco valor material que nos recuerdan nuestro hogar original y adquieren, por ello, un gran valor para nosotros.
La ruta que lleva a esos pueblos desde Washington, las carreteras 70 y 68 Oeste, atraviesan algunas de las más bellas colinas del estado de Maryland, un paisaje de gran belleza formado por pre-históricos glaciares, hoy adornado con casas y graneros de gran pulcritud. En esos días había mucha nieve cubriendo esas colinas y, casi a cada vuelta de la vía, podíamos ver conjuntos de casas blancas, graneros de color rojo y molinos de viento que parecían, en la distancia, retablos de navidad. Vimos quizás un centenar de esos “retablos” en las colinas de Maryland, como sacados de una tarjeta de las que recibimos de nuestros familiares y amigos.
Por supuesto, no eran los retablos clásicos de asno, ovejita y buey rodeando la chozita donde nacería el niño, ni tenían un estrella de hojalata, como la que menciona Aquiles en su poema, señalando el camino. Pero eran retablos de navidad, estoy seguro, en el mejor sentido del término. Adentro de las casas viven familias trabajadoras y dignas, quienes acogerían sin pensarlo a José y María si ellos fuesen a tocar a sus puertas, llenos de frío y necesitados de ayuda. Cada hogar digno, pienso, es un retablo.
Ayer, en el camino hacia Cumberland y Grantsville pudimos solazarnos con la vista de cien retablos de navidad, un regalo para nuestros ojos, siempre ansiosos de ver no solo la belleza externa sino la luz espiritual que genera esa belleza.
Deseo aprovechar esta oportunidad para desearle a mis lectores y a los venezolanos todos unas felices navidades en union de sus familiares y desearles que el año 2014 le traiga al país los cambios necesarios.