La semana pasada enterramos al Presidente Jaime Lusinchi, me nace escribir esta crónica porque le debo mi incursión en la política dado que me designó Gobernador en 1984 a los 31 años de edad y una vez cumplí dicho mandato seguí en la vida política activa militando en AD hasta el día de hoy.
Antes cuando regresé del exterior por la Gran Mariscal de Ayacucho me llamó para asumir la Contraloría de su Campaña, me retiré del sector privado y me dedique a la política y al trabajo partidista.
Jaime Lusinchi supo valorar a los que veníamos del Programa de Becas Gran Mariscal de Ayacucho y hoy día el capital humano creado se debe a ese acierto de la democracia.
El Presidente Lusinchi nos entusiasmó a los que integramos nuestra generación con su oferta del Pacto Social y del Gobierno de los Mejores, nuestra generación se formó en el pensamiento de la izquierda democrática y Jaime lo expresaba en su Pacto Social.
Jaime nos respetaba y la razón era porque él nos instruía que teníamos que trabajar con los Comités Locales del Partido que eran los centros activos receptores de las necesidades de base y las obras y políticas eran las que estaban dentro de las prioridades populares de base.
Jaime impulsó un programa de mantenimiento de la vialidad rural y urbana (Programa Especial de Empleo) por medio de cuadrillas móviles que las integraban por kilómetros con gente de la base y del pueblo lo que generaba empleo.
La economía creció a una tasa del 3.2% promedio en sus cinco años, pese a que el periodo anterior de Luis Herrera se presentó el viernes negro y decrecimiento de -1.2% promedio en dicho período, el PIB agrícola creció un 6.2%, se crearon Institutos Universitarios, Colegios Universitarios, escuelas cómo la Rómulo Betancourt, Ramón Ignacio Guerra y la Emiro Fuenmayor en Mérida, hospitales cómo el Domingo Luciani, se dieron concesiones a nuevos medios de comunicación social y pese a que no existía descentralización creó la COPRE para echar las bases jurídicas y políticas de la Reforma del Estado que contemplaba la elección universal, directa y secreta de Gobernadores y Alcaldes.
Fue un Presidente que defendió la soberanía y un ejemplo fue el impasse de la fragata Caldas donde Jaime defendió la dignidad nacional.
Los conflictos políticos de calle se resolvían con tolerancia y diálogo franco, recuerdo que al tomar posesión de la Gobernación en mis palabras iniciales dije ”prefiero un gobernador herido o un policía herido antes que un estudiante de la ULA“, y Perucho Rincón me abrazo y al rato me llamo Jaime y me dijo “comenzaste bien, pero cuídate”.
Jaime gobernó con AD, fue un hombre noble, sencillo, amigo, cariñoso, lo recuerdo mucho fue compañero de estudios de mi Papá junto con Gladys la Primera Dama.
Quizás nos perdimos su experiencia política después que dejó la Presidencia en 1989, pero siempre estará en el recuerdo positivo del pueblo.
Desde esta columna mi sentido pésame a toda su familia
William Dávila
