Rendir al máximo la poca mercancía que les despachan se ha convertido en la misión de los comerciantes altomirandinos, que a propósito de beneficiar al mayor número de compradores y evitar alteraciones de orden público, establecen medidas de contingencia.
“En la Central Madeirense están exigiendo la cédula laminada al cancelar la mercancía para verificar que en una misma semana uno no se exceda en la compra de un mismo producto; en mercados pequeños entregan números en función de la mercancía que llega para evitar que gente se quede con las manos vacías tras soportar un plantón y no faltan los carteles donde van señalando cuántos productos se puede llevar cada uno”, dijo María Ponce, vecina de El Trigo, que este jueves tuvo tiempo suficiente para hacer tres colas distintas.
–El día anterior me avisaron que llegaría en la mañana aceite a una frutería ubicada en la calle Guaicaipuro de Los Teques, así que no lo pensé dos veces y a las 7:00 a.m. ya estaba haciendo la fila, para mi sorpresa, ya tenía unas 20 personas delante de mí. De allí me fui a uno local atendido por chinos a donde llegó jabón de baño y luego para El Cabotaje, donde milagrosamente encontré acetona después de más de cinco meses sin verla por ningún lado.
En otros locales dejan entrar pequeños grupos de personas, como ocurre en el local Todoferta cada vez que llegan pañales, producto que desata pasiones entre los compradores. “Hay productos que literalmente excitan a la gente, como es el caso de pañales y leche; estos productos han generado peleas, golpizas y hasta protestas en San Antonio de los Altos, ya nos estamos obsesionando con estas compras”, dijo un trabajador del local que pidió mantenerlo en el anonimato.
–Por un lado tenemos las fallas en la distribución y por el otro la gente que todos los días quiere llevarse un mismo producto con el cuento de “por si acaso”. También debemos lidiar con los revendedores, pero lamentablemente como no tenemos una bola de cristal para saber quiénes compran más cantidades para luego revenderlos a exorbitantes precios, tenemos que limitar las ventas a todos; como dicen por allí, todos pagan juntos por pecadores.
Amas de casa “resteadas”
Aunque no faltan los consumidores que consideran que estos controles “humillan” y “vejan” a la población, hay quienes los aplauden para garantizar el mayor número de personas satisfechas con la adquisición de bienes básicos.
“En los comercios donde simplemente abren las puertas y van vendiendo hasta que se acaba, son las propias amas de casa que con marcador en mano enumeran a cada comprador para evitar a los rolos de vivo. Yo soy una de esas”, reveló Esther Mercado, habitante de El Barbecho.
–Ahora siempre cargo aunque sea con un lapicero en la cartera y soy promotora del orden en las colas, porque nunca faltan los que llegan directo a la entrada supuestamente para averiguar qué están vendiendo y al menor descuido entran, irrespetando a quienes tienen horas de espera. Además, son esas situaciones las que detonan la ira de los compradores y como están las cosas, eso puede terminar hasta en un hecho de sangre, así que es mejor prevenir que lamentar.
Más de lo mismo
Los comentarios que se escucharon en las diversas colas registradas en automercados, abastos, bodegas y perfumerías durante la jornada de este jueves fueron referidos a los anuncios económicos difundidos por el presidente de la República, Nicolás Maduro.
“Yo soy realista. Obviamente ninguna palabra emitida por Maduro cambiaria esta realidad, menos de forma inmediata”, dijo Marian Parra, habitante del casco central de Los Teques.
–Por primera vez la gente aguantó la respiración para escuchar lo que decía el mandatario. Yo me asomaba por la ventana y no se veía ni un alma, parecía un domingo en la madrugada. Sin embargo, y para decepción de muchos, lo que lanzó fue puras medidas politiqueras típicas de año electoral mientras que al grueso de la población se le va la vida en una cola.
Johana Rodríguez – [email protected]/@michellejrl