Desesperación, impaciencia y tensión es lo que se respira en las largas colas formadas en diversos puntos de la capital mirandina, que se han agudizado las dos primeras semanas del 2015.
Y es que ya mucha gente no tiene paciencia para aguantar tantas horas de espera en los pocos establecimientos donde despachan alguna mercancía escasa. La mayoria de quienes se organizan en filas día tras día, aseguran que aguantan “la humillación” por necesidad pues muchas veces no tienen el rubro que con tanto sacrificio esperan obtener tras horas de espera.
Mujeres con niños en los brazos o en sus coches, hombres y mujeres de la tercera edad, personas que deben dejar de trabajar y hasta algunos “busca pleitos”, conviven juntos, en algunos casos hasta por veinticuatro horas para poder comprar lo que necesitan.
Ayer varios comercios de la ciudad se vieron repletos de compradores para adquirir papel higiénico, toallas sanitarias, afeitadoras y hasta desodorantes. En algunos establecimientos comerciales las colas pasaban hasta las tres cuadras.
“Ya estamos cansados de esta situación, todos los días tenemos que hacer largas colas para comprar productos de primera necesidad, no hay control”, dijo Isabel Marín.
Comentó “no creo que las colas se acaben, pero tengo la esperanza que en algún momento las cosas mejoren, al gobierno le faltan más empresas que produzcan, sin embargo aquellas que nacionalizan no funcionan como deben”.
Aseguró que ha pasado siete horas aguantando sol para comprar. “Ya la situación es desesperante, no se consigue casi nada, la gente ya no encuentra qué comer”.
Gente corriendo de negocio en negocio para verificar qué trae el camión, ha sido el panorama en Los Altos Mirandinos durante los últimos días.
Muchas de las personas coincidieron en que se les hace difícil conseguir por lo menos 15 productos de la cesta básica. En los comercios asiáticos y supermercados casi no se consigue arroz y pasta y algunos granos ya están desaparecidos o a un costo muy elevado.
Ronald Padrón