Durante el corto mandato de Alexis Tsipras, Grecia recayó en la recesión, se endeudó más y quedó al borde de la bancarrota. Después de rechazar un exigente acuerdo para recibir un rescate financiero, el líder de izquierda accedió a otro con condiciones posiblemente igual de duras.
En esas condiciones, no sería de sorprender que los griegos estuvieran reclamando su cabeza. Pero el primer ministro es más popular que nunca, como testamento a una actitud desafiante ante Europa que ha resonado en una nación harta de sacrificios impuestos desde afuera.
El dirigente de 40 años de edad tiene una tasa de aprobación de casi el 60%, más de 10 puntos más que su rival más cercano. Una encuesta de opinión del fin de semana sugiere que su partido Syriza ganaría por amplio margen si hubiera elecciones en este momento.
A muchos griegos les agrada el mensaje de esperanza de Tsipras, aunque sus acciones los encaminen a una vida más ardua.
“La gente enfrenta tremendas presiones”, comentó Aleka Tani, que vende sotanas a los sacerdotes ortodoxos griegos, “y necesitan oír algo positivo”.
El partido Syriza de Tsipras fue elegido en enero con la promesa de poner fin a la austeridad, formando una coalición con el partido derechista Griegos Independientes opuesto al rescate financiero. Pese a que la economía se resintió durante su mandato, su popularidad creció y se mantuvo pese a ceder la semana pasada a nuevas demandas de austeridad a cambio del rescate que permitió a Grecia mantenerse en la eurozona.
Vía AP