
Como bien es sabido, la arepa, símbolo gastronómico venezolano, es un hito en el arte culinario, “el pan de cada día” de todos los provenientes de esta tierra. De allí que, Alejandra, reconociera el valor sentimental e histórico de dicho plato y se motivara a poner en marcha en Australia un negocio basado en esta comida típica criolla. Quizás parezca pequeño en tamaño, pero tiene el extraordinario poder de transportar a los venezolanos de vuelta a casa y de conquistar los paladares más exigentes.
Alejandra es periodista y ejerció su carrera por cuatro años en canales como La Tele y Puma TV mientras estuvo en su país. Más tarde iría a Londres por dos años para estudiar inglés, pero en ese viaje Cupido la sorprendió y le colocó el amor en las bases del Big Ben. De este modo, fue como se casó con un australiano que la llevaría a pisar su tierra natal y desde hace cinco años ambos viven en Brisbane.
Esta joven emprendedora nació en el estado Aragua. Luego se mudó a Cagua donde creció y cursó sus estudios básicos. Obtuvo su título de licenciada en comunicación social en Caracas. Permaneció en la capital venezolana durante nueve años hasta que la curiosidad la empujó a tocar más puertas, conocer diferentes culturas, saborear nuevos idiomas y degustar otras comidas.
“Desde muy joven siempre quise irme de Venezuela, más que por motivos políticos, yo quería conocer otros lugares, probar otras culturas, pero si me preguntas hoy… Estoy como loca por regresar a mi país, esté como esté”.
Desde el 31 de marzo del 2015, Alejandra es la encargada de un pequeño stand llamado ‘Arepa House’ muy conocido entre los habitantes de Brisbane por su peculiar forma de presentar los platos, y a su vez, por ese trato que recibe el cliente al mejor estilo criollo. Esta mujer ha colocado en alto el nombre de Venezuela desde un mercadito en Brisbane compartiendo el lado más bonito y sabroso del venezolano. ‘Arepa House’ llegó para avivar el paladar australiano.
Los primeros pasos de Arepa House… ¿Cómo surge la gran idea?
“La idea nació un día en el que mi esposo me preguntó ¿Por qué no vendes arepas? Se le ocurrió porque nos dimos cuenta que en Brisbane no había ningún local o negocio alusivo a Venezuela. En algún momento nos comentaron que un grupo de venezolanos intentó abrir un restaurant pequeño pero finalmente lo cerraron. Lo único que había era un mercadito con un muchacho colombiano que vendía empanadas. Así que comencé a entusiasmarme cada vez más, sólo que no quería hacerlo sola. Finalmente me conseguí a una chica venezolana que me dijo: ‘Vamos a echarle pichón’ Así arrancamos, ahora yo estoy sola con el negocio”.
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