Una multitud que se calcula muy superior al millón de personas tomó este domingo las calles de todo Brasil y exigió la destitución de la presidenta Dilma Rousseff.
La jornada nacional de protestas convocada por grupos sociales asociados a la oposición dio una contundente muestra del malestar que existe en el país y reflejó la caída de la popularidad de Rousseff, que recientes encuestas ubican en torno al 10%.
La mayor concentración fue realizada en Sao Paulo, donde una marea de cientos de miles de personas copó una céntrica avenida al grito de «Fuera Dilma».
Según los organizadores, en Sao Paulo participaron 2,5 millones de personas y otro millón tomó las calles de Río de Janeiro, donde las autoridades decidieron no difundir datos sobre asistencia.
Aunque en todas las manifestaciones realizadas en cientos de ciudades se expresó apoyo a un juicio político contra Rousseff, el acto más simbólico ocurrió en Brasilia, donde unas 100.000 personas, según la Policía, se plantaron frente al Congreso en respaldo al proceso.
La oposición formal respaldó las protestas y sobre todo fue representada por el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), que participó en las movilizaciones.
El senador Aécio Neves, presidente del PSDB y quien perdió por escasa diferencia las elecciones de 2014, en las que fue reelegida Rousseff, afirmó que la sociedad ha demostrado que «se cansó y le dice basta» a la mandataria.