Suena el timbre escolar. Poco a poco en la desolada esquina donde confluyen las calles Carabobo y 28 de Octubre comienzan a congregarse estudiantes con insignias de los liceos Ilustre Americano, Juan XXIII, Nuestra Señora del Carmen y San José.
Entre miradas cómplices se pasan pequeños empaques entre manos de adolescentes y motorizados que pasan rápido a entregar dinero a cambio de la mercancía. “El microtráfico de droga se ha convertido en un dolor de cabeza en Los Nuevos Teques”, revela un comerciante que hace unos días iba a ser robado a punta de engrapadora dentro de su local comercial.
–Aunque estamos bajando las santamarías más temprano, las transacciones con estas sustancias se dan a plena luz del día: entre las 12:00 del mediodía y las 2:00 p.m., cuando los chamos salen de las instituciones educativas.
El denunciante, quien mantiene el anonimato para evitar represalias en su contra, dice que llamar a la policía, por lo general, es una pérdida de tiempo. “Suelen tardar demasiado y cuando llegan ya todo el mundo ha huido tras haber hecho y deshecho”.
Este viernes fue diferente. Efectivos de la policía del estado Miranda llegaron en medio de labores de patrullaje cotidiano y al ver el revuelo se detuvieron. Solo al interrogar a uno de los jovencitos que se disponía a quemar un papel en plena calle, los demás huyeron dejando desolada una vez más la vía pública como por arte de magia.
Merma la
calidad de vida
“Hasta hace no mucho Los Nuevos Teques conservaba un estatus de urbanización de gente bien. Lastimosamente el tema de la droga que consume a nuestros jóvenes ha llegado a las instituciones y eso trae inseguridad”, ataja una vecina de la residencia Camino Real, quien ve todos los días desde su balcón las movidas adolescentes.
–Parques como Los Enamorados y el que está al lado de la comisaría de la policía regional poco son usados para la recreación; los chamos van allí a beber y fumar e incluso darse cariño, por decirlo de la manera menos vulgar.
El consumo de estas sustancias ha desatado una ola de arrebatones. “Tal vez bajo los efectos de estas sustancias se creen invencibles y muchachitos que no rebasan los 17 años roban desde dinero, pasando por celulares hasta bolsas de comida a quienes caminan por las aceras. Eso es a todo hora”, dice la residente del edificio Mary, Patricia Jaspe.
Al igual que los comerciantes no cree demasiado en la acción policial. “Uno debe tomar sus propios mecanismos de precaución: no camino sola por las aceras que van desde el Automercados San Diego hasta La Barquillota; no ando en la calle después de las 5:00 p.m. y no salgo con el celular”, confesó la entrevistada.
Cuestión
de hogar
Para la psicóloga clínica Mónica Monzón la problemática de microtráfico de droga tiene que ver con falta de supervisión y comunicación en el hogar. “Los padres deben saber qué están haciendo sus hijos a cada hora: no se justifica que si salen a las 12:00 del mediodía estén a la buena de Dios hasta la tarde sin control alguno”.
Igualmente señaló que es vital informar que la droga es el principal eslabón de todos los crímenes. “Están en una edad susceptible y se dejan llevar por el proveedor, ese que les indica que es un trabajo fácil y bien pagado. Al irle bien la primera vez, cree la premisa inicial y cuando viene a ver está inmerso en un mundo criminal del cual es difícil salir bien librado”.
Docentes consultados señalaron que es difícil lidiar con este monstruo. “La figura del policía escolar despareció, no hay presupuesto para pagar un vigilante y el irrespeto hacia los profesores marca la pauta. Da hasta miedo llamarles la atención porque uno no sabe con qué clase de gente se están juntando y qué acciones pueden emprender en venganza. Es vil decirlo, pero en ocasiones uno termina haciéndose de la vista gorda”, confesó una educadora con más de 25 años de trayectoria.
–Viví la época dorada de la educación en Venezuela, por lo que lamento la descomposición que estamos viviendo a todo nivel. Que Dios nos agarre confesados.
Johana Rodríguez – [email protected]/@michellejlr