Existe un vinculo real, tangible, entre los vitrales de iglesias como la San Martín Tour en La Colonia Tovar, San Antonio de Padua en Los Salias, María Auxiliadora en Lechería, y Nuestra Señora del Carmen en Los Teques.
Esa conexión, difícil de describir y que la mayoría vincula a lo divino y espiritual, en el plano terrenal tiene nombre y apellido: Yenny Monges Bonacia y Alexander Hernández Medina, una pareja de vitralistas venezolanos cuyas manos han “pintado” en menos de una década el interior de medio centenar de iglesias, capillas, santuarios, entes gubernamentales y locales comerciales.
“Este es quizás el proyecto más grande que hemos hecho”, apunta Monges mientras muestra los bocetos y colores que llevará el que sin duda será el vitral más grande de los Altos Mirandinos; “tendrá más de 100 metros y estará conformado por más de un centenar de paneles”, agrega.
Desde hace más de cuatro años los Hernández Monges trabajan sin descanso inicialmente en el diseño y ahora en la elaboración de los 15 vitrales que decorarán el santuario de la Virgen de Fátima, templo que se construye en Carrizal y único en el mundo al ser una réplica modernizada del que se encuentra en Portugal.
Conforman un equipo de seis personas que laboran a diario en un improvisado taller ubicado en San Antonio de Los Altos. Pican minuciosamente el vidrio que, tras esperar varios meses, llegó finalmente desde Estados Unidos gracias al trabajo de la Fundación Amigos de la Virgen de Fátima.
“En total hablamos de 200 metros de vitral incluyendo los laterales y el principal, el cual estará ubicado detrás del altar que supera los 100 metros”, agrega la experta. El diseño, que exalta la imagen de la patrona de los portugueses, fue realizado por la pareja y tiene la particularidad de que además de tener la célebre imagen de la virgen junto a los pastorcitos, incluye los misterios del rosario”.
“Soy súper mariana, rezo mucho el santo rosario, por lo que me encantó la idea de incluir los misterios en el borde de la obra”, admite agregando que la misma, una vez culminada, estará conformada por más de un centenar de paneles que incluyen en los dos bordes inferiores las banderas de Venezuela y Portugal.
Santidad única
En la mesa de trabajo de Yenny y Alexander resaltan los bocetos a tamaño escala de los vitrales, catorce en total, que estarán ubicados en los laterales del templo; los mismos exaltarán la imagen de Juan Pablo II, la Madre María de San José, San Antonio de Padua, Madre Candelaria, San Francisco, Santa Lucia, San Pedro, San José y José Gregorio Hernández, este último permanecerá cubierto hasta que sea finalmente beatificado.
“Hace rostros bellísimos y logra algo muy difícil que es darle esa santidad que es única”, agrega Yenny mientras muestra los detalles del dibujo de uno de los pastorcitos hecho por su esposo; “antiguamente se decía que los vitrales eran la biblia de los pobres, deben transmitir y evangelizar”.
Su portafolio de obras incluye los 20 vitrales de la Mezquita San Jorge en Puerto la Cruz, los ocho de La Santa Cruz de la misma ciudad, los nueve de la iglesia de San Casimiro en Aragua, 15 más de la San Ignacio de Loyola en Parque Central, los cinco del templo Nuestra Señora del Carmen de Los Teques y cerca de medio centenar adicionales instalados en capillas, santuarios, casas de familias y entes gubernamentales.
“Nuestra particularidad es que los hacemos en técnica antigua, la legítima; se trata de obras que pintamos, les hacemos el claro oscuro, el efecto de los rostros. Es una pintura a base de óxidos metálicos que van al horno a altas temperaturas y se fija de tal manera que pueden durar siglos”, explica.
Recuerda con particular emoción los realizados para el santuario María Auxiliadora en Caracas, obra en la que trabajaron más de un año confeccionando 15 vitrales de cinco metros de altura cada uno.
“Desde chiquita siempre iba a este santuario que tiene vitrales de hasta un siglo, los veía y pensaba que quienes los hacían debían tener algún tipo de poder divino para poder realizar algo tan bonito”, recuerda admitiendo que jamás imaginó que con los años terminaría siendo parte de lo que tanto la inspiraba.
“Cien años después nosotros terminamos esos vitrales, hay personas que no pueden diferenciar entre cuales son los nuevos y los antiguos porque los elaboramos con estilo neoclásico, tienen arabescos y muchos detalles; hacemos la legítima técnica con los mismo trazos y tipo de horneado, todo a mano, cada dibujo a mano alzada”, explica.
Y aunque saben que cada obra que culminan los inmortaliza, la pareja aclara que más allá de ser parte de la historia e inspirar a miles, lo hacen por esa emoción “indescriptible” que sienten cada vez que ven instalada una de sus obras.
“Es un gran esfuerzo y lleva mucha dedicación, nunca los vemos hasta que están completamente ensamblados”, agrega Yenny, quien proyecta que los que adornarán el templo de Fátima podrían estar listos en unos 12 meses aproximadamente.
Su propio taller
Yenny y Alexander recuerdan con especial afecto a quienes siguen siendo sus maestros, los profesores Leonel Durán y Marco López; ella es egresada de la Escuela de Artes Visuales Cristóbal Rojas mientras que él se formó en este difícil arte en su natal Boconó.
Se conocieron en el taller de Durán, donde ambos trabajaron juntos desde 1997 hasta mediados del 2000, cuando decidieron independizarse comenzando así su carrera como vitralistas. En la actualidad cada sábado dan clases en el Taller Escuela del Vitral, una institución que fundaron y que funciona en el sector La Candelaria de Caracas.gf
Daniel [email protected] / @dmurolo