Amas de casa insisten en solicitar al Gobierno que se garantice la producción para tener acceso directo a la mercancía sin tener que protagonizar extenuantes colas en las afueras de los comercios del país.
Aunque no son los polos de la tierra, los precios de los productos básicos que llevaban hasta dos años congelados comienzan a derretirse para mostrar nuevos números, los cuales no terminan de convencer ni a comerciantes ni clientes, quienes coinciden en una petición: que aumente la producción para garantizar la disponibilidad de mercancía en los anaqueles.
El artículo más reciente que presenta nuevo precio de venta al público es la leche pasteurizada, cuyo litro de 900 cc pasará de costar 18 a 355,15 bolívares, mientras que la presentación de 1800 cc tendrá un valor de Bs. 676,96, según lo anunciado en la página web de la Superintendencia de Precios Justos (Sundde) que la semana pasada informó sobre los nuevos números de artículos de aseo personal.
“Definitivamente la gente del Gobierno vive en un país paralelo al de la mayoría. Tenemos meses pagando 450 bolívares por el producto que no se encuentra en las neveras y que en adelante se irá a encontrar al doble del precio entre los bachaqueros, que son quienes están haciendo su agosto con la fuerte crisis que estamos atravesando”, se quejó Yajaira Delgado, residente de Trigo Dorado, quien en lo que va de año ha optado por sustituir el producto lácteo con chicha.
Es ley: cada vez que les da por querer controlar a través de la regulación de precios lo que hacen es provocar la desaparición del producto.
Ya lo vivimos con la carne, el pollo y un largo etcétera que ha llevado a la población venezolana a presentar problemas de nutrición tanto por déficit (la escasez de productos) como por exceso, porque estamos comiendo lo poco que encontrábamos y más barato, es decir, harina y aceite; pura fritanga.
La opinión fue compartida por Iraima Briceño, residente de La Macarena, quien detalló que “con este anuncio ya los bachaqueros estarán haciendo su reajuste de números y como siempre los perjudicados somos quienes no podemos escaparnos del trabajo para hacer colas y terminamos cayendo en las manos de los revendedores”.
La leche es fundamental en el crecimiento de los chamos, pero la escasez no ha hecho distingo y toca que los niños hagan dieta forzosa.
NI siquiera puedo aprovechar la crisis para aumentar la ingesta de vegetales y hortalizas porque están por las nubes; me toca cazar la fruta de temporada para resolver. En este caso es el mango: lo estoy comiendo crudo, en jugo y jalea.
Números
no cuadran
Mientras la Sundde anuncia ajustes de precios que, tal como lo reconocen los propios compradores, siguen sin corresponder a la realidad, los venezolanos cuando pueden entrar a un supermercado sin hacer cola es porque no van a encontrar nada regulado.
“No tenía nada en la despensa y me tocó pagar por un paquete de pasta que no alcanza el kilo 3.000 bolívares”, confesó Adriana Gómez, residente de la urbanización La Quinta de Los Teques, quien quedó más horrorizada cuando fue a pagar un pote de salsa napolitana para acompañar los espaguetis en Bs. 1.000. “Ni siquiera me pudo cruzar el pensamiento de comprar queso porque ya no tenía más plata en el bolsillo”, confesó.
–Ya ni preparando la comida en casa sale más económico. Es una situación absurda la que estamos viviendo en Venezuela.
Los números siguen sin cuadrar. Un venezolano promedio debería cobrar al mes unos 200 mil bolívares y al Gobierno se le hincha la boca hablando de sus reiterados ajustes salariales.
Lo que tienen que hacer es controlar la inflación en un país donde una lata de atún grande no la consigues por menos de 3 mil bolívares. Es verdaderamente loco lo que estamos viviendo.
Comerciantes consultados reiteraron que hasta que no se solvente la situación con la liquidación de divisas para la adquisición de materia prima, la producción seguirá en vertiginosa caída. “Todos los días uno se deprime al ver cómo empresas de amplia trayectoria en el país dicen adiós porque ya no tienen inventario con qué trabajar”, dijo Giovanni Sousa, comerciante del municipio Carrizal.
Johana Rodríguez
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