
La docente suma ocho meses esperando ser intervenida quirúrgicamente para remover el quiste de su ovario, pero siempre recibe la misma respuesta: que espere, pese a que su condición pueda empeorar.
La fuga de cerebros y los bajos sueldos que ofrecen en los centros asistenciales públicos, donde las irregularidades en los pagos están a la orden del día, hacen que los profesionales de la salud opten por las clínicas o irse del país, dejando desamparados los hospitales
A Lisbeth Reyes le descubrieron un tumor en un ovario hace ocho meses y aunque le dijeron que debía ser operada en un mes para que no empeorara su condición, la realidad es que aún espera por la llegada de anestesiólogos en el Hospital Victorino Santaella (HVS); donde le hace seguimiento a su padecimiento.
–No estoy sola. Hay una lista de unas 500 personas esperando ser operadas por diferentes patologías y aunque el centro asistencial cuenta con excelentes especialistas, la carencia de anestesiólogos para que pueden intervenir a los pacientes hacen que cientos de personas estemos dando una batalla diaria y vivamos con la incertidumbre de vivir o morir en cuestión de segundos y no precisamente por la inseguridad (…) Los enfermos nos hemos convertido en una bomba de tiempo.
El caso de ella es crítico por cuanto corre el riesgo de presentar ruptura de quiste ovárico que mute en un cáncer de cuello uterino. “Ante la misma respuesta en el HVS, acudí al Hospital Clínico Universitario, el Razzetti y el Pérez de León, pero en todos obtuve la misma respuesta: que debo esperar, pese a que los mismos médicos saben lo delicado que es dilatar las operaciones para el paciente”, apuntó.
La docente cuenta además que debido a su profesión no cuenta con los recursos para pagar la intervención para extraer el tumor. “No hay tratamiento alguno, obligatoriamente debo ser operada. El año pasado, en diciembre, el presupuesto era de 300 mil bolívares, costo que ya mínimo debe estar por los Bs. 600 mil, dinero con el cual no cuento”.
–Para colmo de males el seguro de los docentes es de 100 mil y de paso no lo aceptan en casi ninguna clínica, de hecho, en los Altos Mirandinos solo lo aceptan en el Centro Médico Miranda y al ver el monto me dijeron casi riéndose que con ese monto no podía costear si quiera el ingreso a la emergencia.
El tumor, detectado a través de un chequeo ginecológico cotidiano ya le genera dolor. “Solo puedo tomar calmantes cuando consigo, pero eso apenas alivia algo, pero la agonía me acompaña porque no sé cómo evolucionará la enfermedad que ya hizo que me desmayara el pasado 24 de junio en la pasarela de Montaña Alta mientras hacía la cola para comprar alimentos”.
–Es humillante que un docente en este país no tenga la posibilidad de cubrir una enfermedad. Muchas personas me dicen que si tuviera palanca ya me hubieran atendido; que si le hubiera dado clases al hijo de algún alto mandatario ya estaría resuelto mi problema, pero para bien o para mal formo parte de ese alto porcentaje de venezolanos que debe salir a la calla a labrarse su destino por su cuenta.
Johana Rodríguez
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Foto. Alfredo Pereira