La nueva referencia

El pueblo, en reiteradas situaciones comprometidas y comprometedoras, le ha ordenado a sus dirigentes profundizar los cambios que tímidamente se han iniciado

Ser chavista no significa ser revolucionario o revolucionaria. Muchos y muchas oportunistas, con las excusas de haber conocido a Chávez, de haber estado a su lado el 4 de febrero, o de haber formado parte de su gabinete, también son hoy los que desvían el proceso revolucionario y se muestran como la encarnación de la dirección burguesa del proceso.
Asimismo, ser marxista tampoco significa ser revolucionario o revolucionaria. Y como en el caso de los anteriores, sabemos de personas que teniendo la probable y posible oportunidad de digerir lecturas marxistas, han asumido igualmente, junto a los llamados «hijos de Chávez», la conducción burguesa del proceso.
Por lo que referimos anteriormente, es que requerimos de una nueva referencia política revolucionaria, que apueste a la formación y al debate teórico del Socialismo Científico. Una referencia que, sencillamente, se apropie del marxismo para profundizar el proceso venezolano de transformación cultural.
Es ahora el momento para que trabajadores, intelectuales, profesionales, estudiantes, militantes de partidos políticos, de movimientos sociales y miembros de la comunidad en general, iniciemos un gran debate nacional para constituir esa referencia histórica, que tanto reclama el pueblo, y que exige la actual situación del país.
Involucrarnos en la actual disputa por el poder, que llevan adelante tanto la derecha tradicional, existente desde que Venezuela es república y hoy representada por la MUD, que anda en la convocatoria de un referéndum revocatorio, por una parte; como la dirigencia que viste y predica un extraño socialismo, representada por el Psuv y los partidos del llamado Gran Polo Patriótico, es perdernos.
Debemos asumir la realidad de los hechos, mostrados en la historia reciente de Venezuela, en la que el pueblo, en reiteradas situaciones comprometidas y comprometedoras, le ha ordenado a sus dirigentes profundizar los cambios que tímidamente se han iniciado… pero estos han desoído ese mandato, han traicionado esa orden.
Revisemos: el 23 de enero de 1958, con el derrocamiento de la dictadura de Pérez Jiménez, el pueblo, este mismo pueblo votó por una democracia revolucionaria. El mismo pueblo, 30 años después, con una rebelión popular que estalló el 27 de febrero de 1989, hace colapsar el modelo partidocrático, sustentado por quienes encarnan hoy la representación de la oposición. Ese mismo pueblo aprobó, con el voto, la rebelión militar del 4 de febrero de 1992, en las elecciones de 1998, en las que triunfa el Comandante Hugo Chávez. El mismo pueblo evitó el retorno de la derecha el 13 de abril del 2002. Y, por si fuera poco, también evitó que la derecha revocara al comandante-Presidente… Pero ahora, ese mismo pueblo mira con desconfianza, y presiente que nuevamente ha sido engañado. Pareciera prepararse para tomar otras decisiones…
En todas estas etapas el pueblo ha sido protagonista de primera línea.
Es así, entonces, que esta nueva referencia política llamada «Marea Socialista», o como tenga que llamarse, debe estar consciente de su compromiso con el proceso de transformación que viene impulsando el pueblo, del que ella misma es hija. Y como referencia, debe sentir la necesidad de aportar los requerimientos teóricos para despertar y fortalecer la conciencia revolucionaria, y la necesidad de orientar la acción política, dirigida hacia la profundización del proceso que el pueblo viene ordenando.
Debe hilar fino y «bailar pegao’ con el pueblo», si es que quiere ser…

Luis Prato
aporrea.org

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