Verduras, películas, frutas, vegetales, hortalizas y hasta ropa de segunda mano son parte de la mercancía que es exhibida en los alrededores de la plaza Guaicaipuro, la cual es catalogada como un “mercado persa” por quienes crecieron en la ciudad del clima ideal y recuerdan cuando el sitio servía de punto de encuentro para familias que buscaban tomar fresco y distraerse.
“Es deprimente ver para lo que quedó un espacio destinado para el sano esparcimiento. Antes los chamos venían a patinar, comerse un helado y corretear mientras uno conversaba en las banquitas, pero ahora quedó para los buhoneros que fueron desalojados de la avenida Independencia”, refirió Oswaldo Briceño, residente de la calle Cecilio Acosta.
–Si quieres evitar los vendedores informales y te atreves a cruzar la plaza debes lidiar con los malos olores, porque como en este pueblo no hay baños públicos, los trabajadores hacen sus necesidades, sumándose a las asquerosidades que dejan los indigentes que pernoctan en el lugar. Igualmente hay que esquivar a los pedigüeños que te martillan desde dinero hasta lo que estés comiendo en ese instante.
La opinión fue compartida por Evaristo Peña, habitante de la calle Miquilén, quien señaló que “durante una época era los fines de semana cuando se apostaban en la plaza los buhoneros, pero ahora es todos los días que invaden un espacio público que debería ser usado por el ciudadano común para pasar el rato”.
Comerciantes consultados señalaron que no dañan a nadie. “No estamos robando, no estamos trancando ninguna vía pública y le estamos dando uso a un espacio en el cual han invertido cualquier cantidad de dinero para renovarlo y que no suele ser usado por las personas”, atajó Mayra Gómez, quien ofrece ropa interior infantil.
–Hace tiempo que el venezolano dejó de irse a las plazas a matar el tiempo. Les toca ir a hacer colas para comprar comida y trabajar como burro para costear los alimentos. Con nuestra presencia le damos vida al lugar, evitamos que los vikingos se adueñen de las instalaciones y le facilitamos la vida a los compradores al acercarles los productos a sus manos.