
Río Arriba es una comunidad ubicada en las afueras de San Pedro. Este poblado vive del área agrícola en su mayoría y sus habitantes han dedicado años para beneficiar y surtir a la subregión altomirandina.
Una serie de problemáticas aquejan a los pobladores; una de ellas es la creciente ola de delincuencia que se ha instalado en el lugar. Vecinos aseguran que anteriormente la tranquilidad solía reinar en la zona, pero de un par de años para acá los robos y secuestros se han incrementado.
Es un foco principal para secuestros y extorsiones debido a la gran cantidad de agricultores y dueños de negocios que frecuentan la zona.
Residentes aseveran que los maleantes actúan en grupos hasta de cinco y que no se ponen límites a la hora de usar la violencia verbal y física como arma. Llevan encima un arsenal y con este amedrentan a todo aquel que no esté dispuesto a cooperar.
“Eso antes no sucedía aquí”, comentó Raúl Rivero, sampedreño. Indicó que a pesar de que las autoridades acuden a la comunidad, lo hacen “esporádicamente” y las visitas se vuelven insuficientes.
“Ellos vienen cuando las cosas están en calma, pero al momento en que los necesitamos brillan por su ausencia”, manifestó.
Relató que recientemente un hecho de esta índole ocurrió en la comunidad.
–Un conocido agricultor fue secuestrado y antes era constantemente robado y amenazado, por lo que decidió regresar a su pueblo natal en el interior del país.
Sostienen que los “azotes de barrio” vuelven prácticamente inhabitable el sitio y que los otros comerciantes están en constante miedo gracias al panorama que se ha presentado.
“Esta situación tiene que cesar de alguna forma, no puede ser que tantas vidas estén peligrando”, dijo.
Opinó que la carencia de alumbrado es un factor influyente para el notable aumento de actos delictivos porque “le facilita la vida a los malandros.”
Asimismo, hizo un llamado a las autoridades locales para que se intensifiquen los patrullajes en la zona y se establezcan más puntos de control en las vías principales.
“Deberían haber al menos dos patrullas que permanentemente hagan guardia a lo largo del sector y así cubrir más espacio”, añadió.
Vías a punto de colapso
Las fuertes lluvias y la falta de un mantenimiento adecuado han desembocado en el grave deterioro de las carreteras principales que intercomunican a esta comunidad.
Vías con huecos, fallas de borde e incluso caminos sin asfaltar son los escenarios más frecuentes que ponen en riesgo a los transeúntes.
Habitantes afirman que los transportistas evitan a toda costa pasar por ahí.
“Nada más al escuchar el nombre ‘Río Arriba’ ya no quieren adentrarse, esto es gracias al estado de la vialidad, la delincuencia y el casi inexistente alumbrado público en las noches”, explicó una lugareña.
Por otro lado, la maleza también representa una problemática, ya que obstruye las vías debido a su imponente tamaño.
“Nadie nos asiste con estas carencias, nosotros nos encargamos de improvisar soluciones que son a mediano plazo”, dijo.
Ni señales de los CLAP
Residentes alegan que los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) no han hecho acto de presencia de manera regular en la comunidad.
Desde hace semanas no se realizan operativos alimenticios y eso está perjudicando fuertemente a las familias.
“Hay una gran cantidad de niños y ancianos que están pasando trabajo”, expresó Irma Suárez, vecina.
Comentó que las pocas veces que les ha llegado la bolsa no contiene variedad muy amplia de productos.“Lo que traen esos combos no alcanza para nada”, señaló.
De la misma forma, se supo que para adquirir los productos se tiene que agarrar un número y que los últimos lugares se ven más afectados ya que las bolsas tienen menor cantidad de productos.
Finalmente, hicieron un llamado a la alcaldía del municipio para que supervise estas acciones. gf
María Fernanda Pérez Cruz [email protected]