
El cadáver de decapitado con una gallina muerta colocada cuidadosamente sobre el pecho y el ataúd flotando en un charco de agua, fue la dantesca escena con la que se encontró Isabel Vargas cuando llegó la tarde del 31 de diciembre a llevarle flores a su abuela, muerta hace 6 años y cuyo cuerpo “descansaba” en el cementerio municipal de Los Teques.
“Estamos aún en shock, no podemos creer lo que le hicieron a mi abuela y lo más triste, lo que nos tiene realmente deprimidos es que nadie, ninguna autoridad de Guaicaipuro nos ha dado respuesta”, narró Vargas, quien delegó a otros familiares la tarea de tratar de recuperar los restos de su pariente.
Reseñó que el lunes 2 de enero volvieron al camposanto, “exhumamos lo poco que dejaron, metimos los huesos en una bolsa y ahora queremos cremarla, no queremos pisar más nunca ese cementerio tomado por el hampa”, explicó la mujer.
Pero el caso de los Vargas no es el único, según reportan vecinos de la necrópolis tequeña solamente en el mes de diciembre se registraron al menos 60 casos similares. “Prácticamente todas las tumbas están profanadas, el llamado es a todo aquél que tenga parientes enterrados aquí a que venga a ver la situación en la que se encuentra su tumba”.
Mientras el equipo de La Región realizaba el recorrido se encontró con el caso de José Plaza, quien al llegar a ponerle flores a sus deudos se encontró con la misma escena; “abrieron la tumba y palanquearon la urna para abrirla”, explicó, tras añadir que su familiar cumpliría 6 meses enterrado el próximo 8 de enero.

¿Complicidad?
Tanto la familia Vargas como los residentes de la zona concuerdan al denunciar que hay complicidad de las actuales autoridades y trabajadores del cementerio con la banda que se dedica a la profanación.
“La puerta principal no tiene candado, cuando se preguntamos por el encargado nos dijeron que estaba de vacaciones pero los vecinos aseguran que se le ve casualmente de noche en la zona”, agregó Isabel Vargas.
El extraer las cabezas de los difuntos para ser vendidas para realizar presuntos ritos se ha convertido en todo un negocio. “Pagan mínimo 50 mil por cada cabeza, lo que ha desencadenado una mafia lucrativa que además es súper fácil de ejercer en un cementerio que no tiene seguridad”, reseñó Andrés Viera, habitante de la zona.
Viera denunció que todos los candados de las criptas y mausoleos fueron reventados y asegura que los profanadores trabajan en complicidad con los empleados, “los trabajadores marcan las tumbas, generalmente fracturan una de las losa para hacerle más fácil la labor a los delincuentes, quienes entran posteriormente y cargan con las osamentas”.
El relato de Migdalia Pérez demuestra que la actividad de los saqueadores de tumba no es nueva, “fui víctima de estos delincuentes, se llevaron los cuerpos de un nieto de 4 años y mi hermano”, dijo.
Narró que difícilmente podrá borrar de su mente la escena que le tocó vivir hace aproximadamente tres años. “Al llegar estaba abierta la tumba de mi nieto, los desalmados dejaron solo su ropita y la gorra que tenía, no saber qué hicieron con sus huesitos me causa angustia”, reseñó Pérez.

Sin respuesta
La Región realizó la tarde de este miércoles un recorrido por el camposanto e intentó consultar la opinión del encargado sobre las denuncias de profanación recibidas, uno de los obreros aseguró que el administrador se encontraba de vacaciones, se rehusó a emitir comentario sobre los actos vandálicos registrados en las últimas semanas.
Daniel Murolo – [email protected] / @dmurolo