La MUD, más que perder la posibilidad de realizar revocatorio, perdió en buena medida la credibilidad del pueblo venezolano
Calificar de gafo a una buena parte de los jefes de la Mesa de la Unidad, porque se dejan llevar por las estrategias del gobierno, se queda corto, porque pareciera que el miedo los conduce a no vivir su propia realidad. Oír declarar a Julio Borges, que desde ya se debe elegir al candidato de la oposición para las próximas elecciones presidenciales, sin haber pasado la prueba de los comicios municipales y regionales, deja en el ambiente un temor personal de que en el momento preciso puedan nombrar a otro, bien sea Ramos Allup, Lorenzo Mendoza, Leopoldo López o hasta el mismo Capriles. La MUD, más que perder la posibilidad de realizar revocatorio, perdió en buena medida la credibilidad del pueblo venezolano, lo cual se nota en la poca asistencia en las últimas marchas. La desesperación y ambición personal hace que no fijen metas reales, perdiendo tiempo en sueños. En el 2016 perdieron la brújula, se les olvidó que en diciembre debía haber elecciones de gobernadores, pero se engolosinaron con el referendo y perdieron el chivo y el mecate. Lo grave es que siguen perdidos, en vez de estar haciendo proselitismo para las elecciones municipales, solo piensan en primarias internas, para elegirse como candidatos a alcaldes o concejales. La cuestión ha llegado a niveles de la utilización de tontos útiles al Chúo Torrealba; lo lanzaron a la candela para convertirlo en polvillo, daba lástima cuando al pedir cacao se refería a Henrique Capriles como el «hermano Capriles», tratando en el fondo de imitar a aquel personaje cómico denominado Hermano Cocó, que con triquiñuelas se vendía como brujo en un famoso programa de televisión. Bueno, las circunstancias y la mala tomas de decisiones que otros no quisieron hacer, desaparecieron de la escena política al «hermano Chúo». Los jerarcas se cuidan de eso. Borges, Capriles y Allup no aceptan la coordinación o secretaria ejecutiva de la MUD; saben que corren el riesgo de convertirse en chivos expiatorios. Temen a jugar ese papel. La cobardía no la esconden ni en sus propios partidos, al impedir cualquier proceso interno serio. La gente en la calle dice que les falta voluntad y el que aparentemente la tenía paró en la cárcel. Aunque sus compañeros de Unidad manifestaban que Leopoldo hizo todo para ir preso con la idea de convertirse en mártir. Unidad por cierto cada vez más dividida, la variedad de criterios les impide obtener una plataforma coherente en procura de resultados positivos. La relegitimación de los partidos políticos dejó en evidencia la falsa unidad. De no definir caminos, ni sincerarse frente al país, se irán desgastando cada día más.
Armando Orocopey Solano
aporrea.org