Una mirada rápida por el Cementerio Municipal de Los Teques, ubicado en el sector 23 de Enero, deja ver la gran cantidad de personajes e historias que están sepultadas en la necrópolis, siendo los entierros más ilustres el del Dr Victorino Santaella, el profesor Haroldo Suárez y Pedro Russo Ferrer.
A pesar que solo tiene algunos meses como encargado del campo santo, Martín Machado, resalta que en el lugar hay bóvedas con restos que datan de 1881 como es el caso de Nicanor Pérez quien falleció el 27 de diciembre, otro sarcófago con bastante antigüedad es el de Pedro Piñango del 16 de agosto de 1902.
Machado precisó que en un principio la gran cantidad de muertos ocasionados por las terribles pestes que afectaron los Altos Mirandinos en los años 1800, fueron sepultados en lo que hoy se conoce como el boulevard Lamas y otros en la actual ubicación de Residencias Miraflores, algunos fueron llevados hasta el cementerio situado en 23 de Enero, otros según anécdotas del pueblo permanecen enterrados en los antiguos campos santos.
Expresó que antes por tradición los féretros entraban primero a la Iglesia y luego eran llevados en procesión hasta el cementerio, esto en algunos casos se mantiene hasta la fecha, pero es muy poco común.
Aunque reconoce que está como encargado de la administración desde mediados de enero de 2017, asegura que están indagando más acerca de la historia, la cantidad de fosas y anécdotas del campo santo. Según se cree el amplio terreno fue donado por la familia Russo, quienes tienen un amplio mausoleo azul a un lado del cementerio.
El lugar de descanso eterno no tiene lugar para más fosas, sin embargo las personas que tienen fosas compradas y disponibles, pueden enterrar a los familiares en uno de los cementerios más antiguos de la capital mirandina.
Desconoce la cantidad de personas fallecidas enterradas en el lugar, el cual tiene una gran extensión hasta parte de la colina, en la cual se observan cruces, ángeles, vírgenes y placas con mensajes acerca de algunos datos del difunto.
Es de precisar que según Martín hay bóvedas con una data de 1800, no obstante no fueron enterradas en un principio en el cementerio municipal, fueron llevadas un tiempo después con la inauguración del lugar.
A la fecha realizan remodelación de todo el lugar. Las visitas tanto el “Día de las Madres” como en el “Día de los Padres”, aumentaron de manera considerable, los parientes llevaron flores y limpiaron el espacio.
Hacen un censo, un estudio de topografía y limpiando todas las tumbas, no descarta que el municipio pueda adquirir un terreno contiguo.
Por no tener mucho tiempo como encargado, Martín refiere no tener mucha anécdotas, aunque contó una de un grupo de trabajadores que se quedaron una noche jugando cartas y tomando unos tragos, al rato del compartir comenzó un incendio en la capilla, los testigos refieren que fueron los difuntos que se molestaron por la algarabía, la cual de seguro perturbaba el descanso.
Hasta ahora no ha escuchado ningún relato acerca de apariciones y fantasmas, no obstante en años anteriores se dieron varias profanaciones de tumbas por parte de los paleros y santeros. Al igual señala que antes era refugio para los drogadictos, a pesar de ello ahora cuentan con mayor seguridad./DM