Voces de la Academia: Guaicaipuro, jefe, comerciante y viajero

En la región de Los Altos, llamada también Los Altos de Caracas o Los Altos mirandinos, y zonas adyacentes abundan leyendas sobre Guacaipuro o Guaicaipuro, el gran jefe de los indígenas teques, que murió hacia 1568 en una emboscada que le fue tendida por los españoles. La forma Guacaipuro es la primera grafía registrada del nombre del cacique.

Los teques probablemente fueron un bloque regional de los aborígenes de la región centro-norte de Venezuela, que a su vez constituirían un subgrupo de los Caribes septentrionales junto a los cumanagotos, los chaimas y los guaiqueríes. Se trataría de una macroetnia que habitaba desde la península de Paria hasta el Lago de Valencia. Hablarían una macrolengua (denominada de manera tentativa caribe septentrional o chotomaimu). Esa lengua se clasifica dentro del extenso tronco o familia lingüística caribe y tendría diversas variantes dialectales mutuamente inteligibles empleadas por los distintos subgrupos, de allí la calificación de macrolengua o diasistema.

Guaicaipuro ha llegado a ser uno de los emblemas de la resistencia anticolonial de los indígenas venezolanos. Una vez en Panamá, en agosto de 1990, un líder indígena guna (kuna) me preguntó al enterarse de que yo era venezolano si sabía cuáles habían sido las últimas palabras de Guaicaipuro. Con justicia, el 8 de diciembre de 2001 en el Panteón Nacional se inauguró un monumento para acoger simbólicamente sus restos. Era una forma de honrar en su persona a tantos indígenas, muchos de ellos anónimos, que a lo largo de más de cinco siglos han resistido y sobrevivido. Paradójicamente, son escasas las fuentes primarias del siglo XVI sobre Guaicaipuro. La mayor parte de los datos provienen de la obra de José de Oviedo y Baños Historia de la conquista y población de la Provincia de Venezuela, cuya primera edición data de 1723.

El nombre de Guaicaipuro está íntimamente ligado a Los Altos, desde la cueva del indio o cueva de Guaicaipuro, ubicada en el sector La Matica, por el peñón de San Corniel (nombre con el que también se conoce la cueva) en Los Teques, hasta el nombre de la circunscripción política (el cantón Guaicaipuro, creado en 1853, luego llamado distrito Guaicaipuro y, posteriormente, municipio Guaicaipuro, ya escindidos los municipios Carrizal y Los Salias). La prensa, incluso, emplea con frecuencia el gentilicio “guaicaipureño”.

Una versión, recogida hacia 2006 de boca del señor Macario Oropeza, nativo de San Pedro de Los Altos y residente en Laguneta de Montaña, presenta a Guaicaipuro como un gran comerciante que recorría muchos lugares con sus productos, un mercader que iba de pueblo en pueblo y ello no solo le aseguraba una supuesta riqueza material (símbolo quizá de una riqueza espiritual más grande) sino también un amplio conocimiento de lugares y paisajes, de personas que luego, es posible inferir, se unieron a sus luchas.

Este testimonio reviste gran interés, pues muchos pueblos caribehablantes como el caso de los ye’kuanas y los pemones, emprendían largas expediciones para intercambiar sus productos y adquirir otros. Además los jefes de aldeas y los jefes guerreros, como debió serlo Guaicaipuro, requerían de un gran poder de convencimiento que les asegurara un apoyo decidido. Esa versión del señor Oropeza se enriquece a la luz de la etnografía de los pueblos caribehablantes y puede entenderse, incluso, como una antigua herencia de la memoria colectiva de Los Altos, reelaborada y expresada en términos simbólicos. Otra versión recogida en Tarmas (estado Vargas) en la vertiente norte, abierta al mar, de las mismas montañas asegura que Guaicaipuro visitaba esa zona.

En otras palabras, estas versiones pudieran dar cuenta de la continuidad y fortaleza de lo indio en la cultura venezolana, de la fuerza de las matrices culturales primigenias y de la complejidad del imaginario sobre los orígenes culturales. Ello entra en contradicción con las versiones oficiales de la historia y la conformación sociocultural de la sociedad venezolana en su conjunto. Muchas veces las versiones dominantes insisten en la idea del “mestizaje” como una manera de restarle visibilidad y trascendencia a los aportes y presencias indígenas y africanas.

Horacio Biord Castillo

Contacto y comentarios: hbiordrcl@gmail.com

Academia de la Historia del Estado Miranda

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