Para Luis Vicente León, «el gobierno trata de sustituir el bolívar por petros, con la dificultad que representa la falta de confianza en su capacidad para garantizar el valor de esa moneda».
«La masificación del uso de divisas en Venezuela es un fenómeno imparable y difícil de revertir, sin que se produzcan cambios dramáticos en el modelo político y económico del país y se recupere la confianza en las autoridades monetarias». Así lo aseguró el influyente analista venezolano, Luis Vicente León, a través de un post en su cuenta de instagram.
La razón es obvia (explica León): el bolívar perdió casi todas sus funciones básicas:
1) Intercambio: la gente no lo quiere, ni lo consigue fácilmente,
2) reserva de valor: ahorrar en bolívares es una torpeza, pues pierde su capacidad de compra rápidamente
3) mecanismo de cuenta: no es posible entender el valor de las cosas, ni registrar la evolución de los negocios en esa moneda.
«Esto obliga a la población a buscar alternativas como divisas y oro, mientras que el gobierno trata de sustituir el bolívar por petros, con la dificultad que representa la falta de confianza en su capacidad para garantizar el valor de esa moneda», agrega León.
De acuerdo con las estimaciones del director de Datanálisis: «Alrededor de 38% de la población tiene o recibe divisas directamente de sus fuentes generadoras, vinculadas a las remesas, repatriaciones de ahorro, compensaciones salariales, exportaciones legales e ilegales, contrabando, minería, narcotráfico (este último difícil de proyectar). Pero el efecto cascada, producido por los pagos de servicios y bienes en moneda extranjera por parte de los receptores o tenedores primarios a personas que no tienen acceso directo, eleva el número de la población con tenencia de divisas a cifras cercanas a la mitad de la población y en pleno crecimiento».
Se utilizan hoy divisas en un porcentaje superior al 55% de las transacciones (aumenta contra el número de personas con acceso pues los grandes consumidores compran en divisas) y se espera que ese número supere el 70% este año. La penetración es más elevada aún en la economía privada que en la pública, donde todavía se realizan grandes transacciones en bolívares y petros.
En opinión de León: «Tener o no divisas no divide a la población entre ricos y pobres. Eso depende de la cantidad de recursos que cada persona tenga y las diferencias son monumentales, aclarando que incluso una parte de la población más pobre suele ya tener algo de divisas en efectivo para facilitar sus transacciones. Pero tener o no divisas si define la independencia o no al control social por subsidios».