Suponga, amigo lector, que usted quiere emprender su propio negocio consistente en comprar un carro y manejarlo como taxi. Para ello le pide un préstamo al Banco Industrial de Venezuela (BIV), que para el pasado mes de marzo/2013 y según el Boletín Mensual de la Sudeban en su portal, tenía la tasa activa efectiva más alta del sistema bancario venezolano, igual a 28,15%. ¿Cuál es el rendimiento que debe ganar nuestro empresario cuando comienza a operar su taxi? Pues evidentemente que debe ser mayor a 28,15% pues si es menor, nuestro empresario no podría pagar su préstamo.
Lo anterior quiere decir que el rendimiento mínimo exigido por nuestro empresario, dependerá en esta oportunidad, del costo del préstamo solicitado, la tasa que le exige el BIV para prestarle el dinero. Dicho rendimiento, de paso, tendría que ser ajustado al alza por el riesgo que involucra el tener y operar un taxi en un entorno de inseguridad personal y con escasez de repuestos. Pero de eso bien podemos hablar en otro artículo.
Otro ejemplo. Usted, amigo lector, es un importador de tela, la cual «traía» (en pasado) a Venezuela con dólares oficiales a un equivalente de 4,30 bolívares por dólar. Sin embargo, desde mediados del año 2012 y por razones harto documentadas en la prensa nacional, ya no le aprueban ni le liquidan dólares a esa tasa oficial -y mucho menos a la nueva de 6,30 bolívares por dólar- y usted, como vive lícitamente de su negocio de importar tela para venderla, pues tiene que proveerse de dólares en el mercado negro, mercado en el que dicho dólar es unas 5 veces más caro que el dólar oficial por una sencilla razón: la demanda es infinita y la oferta es súper limitada. Y la demanda es infinita porque amén de otras circunstancias, Cadivi es «lento» en su proceso, el Sitme desapareció y el Sicad está inoperante.
Lo anterior quiere decir que la importación de tela, su negocio que le permite alimentarse y vivir, se le encareció a usted más de 5 veces porque al dólar de mercado negro usted tiene que añadir como costos, los aranceles y el transporte. De modo que si la materia prima o el producto le cuesta ahora más de 5 veces de lo que le costaba el año pasado y usted desea al menos mantener su margen para no deteriorar más su ya maltrecha vida luego de 14 años de demostrada incapacidad, pues tendrá que trasladar al precio los mencionados costos.
Observe, amigo lector, que en ambos ejemplos el empresario no ha escogido ganar lo que le da la gana: en el primer caso el origen del relativamente alto rendimiento requerido por el taxista es el alto costo del préstamo solicitado al BIV, institución que traslada su ineficiencia operacional al bolsillo del solicitante del préstamo.
En el segundo caso, el relativamente alto rendimiento requerido por el importador de tela se debe a una oferta y demanda distorsionadas cuyo origen se sitúa en el seno del propio gobierno.
La conclusión y cruda realidad, amigo lector, es que en este país, tu país, mi país, la tasa de rendimiento exigida por cualquier pequeño, mediano y gran empresario viene determinada, amén de los riesgos propios de cada actividad, por la incapacidad en todo orden de este gobierno.
César Tinoco