LA VIOLENCIA EN LA POLÍTICA
Recientemente hemos asistido a un acto de negación de la política: En el espacio irónicamente llamado parlamento (que proviene del término parlement que significa la acción de parler, o sea hablar) se agotaron las palabras y se recurrió a las cornetas, a los puños, a los insultos y gritos.
Obviamente que como sociedad, un acto así debe llamarnos a la reflexión, sobre todo cuando los representantes que elegimos para que nos representara en el seno del poder legislativo, agotan las vías pacificas e institucionales y recurren a la violencia como código que no debe operar jamás en una sociedad democrática. Sin embargo, debemos considerar que lo sucedido viene acumulándose con el tiempo, es una situación que se gestó desde el mismo momento en que perdimos la capacidad de comprender que vivir en democracia es sinónimo de tolerancia y reconocimiento de las contradicciones propias de una sociedad en proceso de transformación de su propia realidad.
¿Qué tanto contribuye que la oposición de forma sistemática desconozca a los poderes públicos, primero el electoral, luego el legislativo (abandonando los espacios como en 2005, en 2011, y recientemente en la juramentación de Maduro), y ahora el ejecutivo? ¿Qué sucederá si tal como dice Hermman Escarrá no hay motivos para anular las elecciones de abril por parte del Tribunal Supremo de Justicia? ¿Van a desconocer también el poder judicial? ¿Cuándo será el turno del poder Moral? Obviamente la reacción de la bancada mayoritaria en la Asamblea Nacional reacciona y aumenta la tensión interna, y la falta de entendimiento entre ambos sectores, amplia el espiral de conflicto.
Afortunadamente desde la oposición, han salido voces conscientes de lo que es vivir en democracia, quienes han rechazado públicamente el hecho que los diputados no reconozcan a Nicolás Maduro como Presidente. Seguir negando las instituciones democráticas, es seguir sembrando valores antidemocráticos en la sociedad venezolana. ¿Cómo se van a presentar los futuros candidatos opositores a sus seguidores en las próximas elecciones? ¿Les dirán voten por mí que si no resulto electo es porque nos robaron las elecciones y si resulto electo es porque el CNE fue circunstancialmente imparcial y justo?
Frente a las instituciones políticas, de nada sirven las actitudes maniqueas donde se respetan cuando se pronuncian a favor, y se irrespetan cuando no favorecen. Eso, también es una forma de violencia.
Yo hago un llamado desde este espacio, a una mejor comprensión de lo que es vivir en democracia. Resulta insólito que quien fue electo gobernador de Miranda, acompañado de otros gobernadores opositores, diputados, alcaldes, etc., electos por el mismo sistema y la misma institución, en resultados cerrados en algunos casos, por simplemente no querer aceptar una derrota electoral, pretendan incrementar los niveles de intolerancia social en nuestro país.
Llama la atención que el pasado jueves, mientras el Presidente Maduro asistía a Miranda para aprobar recursos, escuchar problemas y anunciar soluciones, el gobernador de esa misma entidad, estuviese atendiendo su obsesión antidemocrática de seguir desconociendo los resultados electorales, y manipulando la verdad con falsedades sobre el sistema electoral. Hago un llamado a la paz, y el abandono de las prácticas antidemocráticas en el país. Les recuerdo lo que dijera Felipe González, el ex presidente español amigo de la oposición, invitado a un foro el año pasado: “la esencia de la democracia es la aceptabilidad de la derrota”. Acéptenla.
EN RÁFAGA
EL GOBIERNO DE CALLE. Recientemente el Presidente Maduro estuvo en Los Teques, y me llamó mucho la atención la forma tan cercana como los voceros del poder popular le expresaron los problemas y fallas. Y aun más la humildad y sencillez como el Presidente escuchó y respondió a las demandas. Esperemos dos cosas: que cumplan lo prometido y que continúe con el gobierno de calle. Así es que se gobierna.
EL MONARCA CARETABLA. En días pasados el Monarca de Carrizal declaraba por los medios impresos que “para posicionarse como alcalde impugnó los comicios realizados en 2000, lo cual le tomó dos años”, recordando aquella impugnación del 2000, que hizo repetir el proceso municipal en una mesa electoral, y con ello seguir al frente de la alcaldía. Yo quisiera recordarle que ya Miquilena no está para hacerle favores a la oposición, y el Tribunal Supremo de Justicia no es el mismo.
Farith Fraija