Resulta obvio prever que el régimen canalla hará caso omiso de su reciente fracaso electoral, de las incansables solicitudes de diálogo por parte de algunos (¿ingenuos?) en la oposición, así como de los débiles llamados de atención provenientes del extranjero
Aníbal Romero
Los comunistas que nos gobiernan, en alianza con la parte corrupta del sector militar, enfrentan una contradicción insalvable. Han pretendido preservar el sostén popular, pero la ineficiencia y represión propias de todo proyecto socialista digno de tal nombre, les condenan a un inexorable repudio por parte de la mayoría. No hay proyecto socialista que logre conservar el respaldo de una voluntad popular libre. A la postre todos los experimentos socialistas se sienten obligados a asfixiar esa voluntad, para asegurarse de que su poder perdure al precio que sea.
Tal dinámica es la que hoy observamos en nuestro país, y el hecho de que la comunidad interamericana, con pocas excepciones, se niegue todavía a admitirlo y condenar al régimen canalla de Venezuela poco significa, pues en general carece de valores y autoridad moral y actúa por oportunismo. Los venezolanos sabemos de qué se trata la delirante revolución bolivariana, cuyo carácter deleznable y cruel no hará sino aumentar en los tiempos por venir.
De allí que sea tan importante, hoy más que nunca, precisar con claridad y sin equívocos la naturaleza de nuestra situación. Si algunos desean hablar de fascismo, pues qué se le va a hacer. Pero si deseamos entender qué tipo de resultado le aguarda a la crisis política que experimentamos, tenemos forzosamente que asimilar las líneas maestras del pensamiento marxista, que es el esquema con base al cual actúan los jefes cubanos del régimen canalla.
Esas líneas maestras, en el plano táctico, indican que la denominada “correlación de fuerzas” ha cambiado decisivamente, que el régimen canalla es ahora minoría y que cada día tendrá menos respaldo popular. Ese cambio, lejos de indicarles que deben detenerse, negociar y aceptar a una probable pérdida pacífica del poder, les conduce por el contrario a aferrarse al mismo a toda costa, y ello incluye crucialmente una mayor y despiadada represión. Los comunistas acosados y sus aliados multiplicarán los zarpazos hasta el fin.
Es imperativo advertir a todos los venezolanos que creemos en la libertad, que de nada valen los llamados al diálogo y al arreglo pacífico de diferencias con quienes dirigen el régimen canalla. Lamentablemente, repito, esas admoniciones no tienen futuro. Nos enfrentamos, por un lado, a un grupo de hombres y mujeres convencidos de que representan una revolución, y que sus enemigos no merecen otra cosa que el desprecio y si es necesario la aniquilación. Por otro lado, la parte corrupta del sector militar, y los numerosos civiles que se han aprovechado del delirio en su beneficio material, conocen los delitos, arbitrariedades y crímenes cometidos con el amparo del régimen canalla, y comprenden que jamás podrían responder ante una justicia imparcial.
Por todo lo expuesto, resulta obvio prever que el régimen canalla hará caso omiso de su reciente fracaso electoral, de las incansables solicitudes de diálogo por parte de algunos (¿ingenuos?) en la oposición, así como de los débiles llamados de atención provenientes del extranjero. Nada de esto torcerá el rumbo de los comunistas que nos gobiernan, aliados con la parte corrupta del sector militar, que están dispuestos a desatar extrema violencia con tal de impedir la pérdida del poder. Esta es la dura realidad que enfrentamos, y como de costumbre en nuestra historia son precisamente los militares, los que quizás queden allí dentro sin embarrarse con la ignominia del régimen canalla, quienes pudiesen impedir el fatal desenlace que nos espera a la vuelta de la esquina. No me agrada, pero es así.