Ser consecuente con la palabra y el hecho debería ser una norma de vida de cada persona, pero sobre todo de cada actor político. En Venezuela no sucede. Se habla de socialismo, pero se es magnate de imperios, como dije la semana pasada, difícilmente explicables para simples empleados públicos. ¿Habrán comprado sus propiedades antes de este régimen?
Mientras, el país continua sobreviviendo, intentando hacer caso al gobierno y hacer de cuentas que la vaina está buena, que este es el destino más chévere para hacer turismo; pero sobre todo que acá no hay hampa, no hay apagones, ni escasez, y en caso que los haya, el culpable siempre es otro bien identificado: el opositor.
Un grave problema es que algunos miembros de la oposición no han colaborado mucho. Es menester no olvidar que gracias a muchos de los “líderes” políticos de la MUD, hoy seguimos viviendo con un gobierno que es la continuación del anterior pero peor. Si ustedes lo olvidaron, el periodo presidencial del anterior inquilino de Miraflores se vencía en 2012, fecha esta, en la que la constitución gritaba, ¡ya no más! Si no fuera porque en 2005 se regalaron los 167 puestos en la asamblea nacional nada de esto pasaría. A la postre, una protesta mal realizada daría pie para que en 2009 se modificara el Artículo 230 de la Play-Doh constitución que regía el periodo presidencial y prohibía la reelección indefinida.
Así, más de 4 millones 500 mil votos que habían manifestado su voluntad en 2007, amparados por la constitución, negando el exabrupto de alargar el periodo presidencial y eliminar cualquier restricción para la reelección, fueron pisados, escupidos y violados, como suele hacer este gobierno democrático, para plantar su mísera voluntad. Golpe bajo y totalmente antidemocrático. Lo cité hace algunos meses en este mismo espacio; bien lo dijo Maquiavelo: “Es de gran importancia disfrazar las propias intenciones y desempeñar bien el papel de hipócrita”.
¿Cómo se habla de respetar la constitución cuando se le vulnera una y otra vez, amparados, como hacen todos los regímenes encorvados, de leyes maleables desde una perspectiva, en teoría, legal?
Si la oposición también fuera consecuente con su pensar, decir y hacer, estoy seguro que otro gallo cantaría. El oficialismo usa hasta una coma mal puesta para lanzarla con un liguita en defensa de sus fechorías. Cuando vemos a los paracaidistas del PSUV (Descarados en demasía) no se pueden olvidar los casos parecidos en las filas de la UNIDAD.
Tareck, Isturiz, y ahora el ex, ex, ex, ex ministro Garcés Bisbal, usan como arma los desaciertos cometidos con personajes colocados a dedo, diputados inscritos a la fuerza en circuitos ajenos por simples negocios entre partidos. No terminamos de entender que para enderezar algo, no se puede actuar igualmente doblados.
En el oficialismo careciendo de argumentos que vayan más allá del difunto, siempre alegan lo mismo: ¡Ay sí, gran vaina! como que en la cuarta no robaban… ¿Por qué no reclaman que los opositores han sido paracaidistas en el pasado también? Algo así como que: Si la gente mata, ¿por qué yo no puedo? Lo digo, lo repito cansinamente y lo mantendré; Venezuela necesita un cambio radical.
Basta de monarquías opositoras que han hecho más daños que traer beneficios, basta de predicar transparencia y exigir cuando se tiene rabo e´paja. Basta de darle a las pirañas rojas los argumentos, débiles, pero finalmente argumentos para patalear. Hace falta política seria para enderezar los caminos y mejorar gestiones, con muchos o con pocos recursos. Los hechos no necesitan vallas ni pendones; hablan por sí mismos.
Seguimos siendo presa de circunstancias y de personas que continúan aceptando, y peor, justificando, que otros se hagan ricos a costas de lo que por ley nos toca. Un contrato que no se hace y se desvía el dinero para comprar centros comerciales, por ejemplo, (como varios miembros del PSUV) o mandarlo al exterior; son obras que no se ejecutan para el país. Más triste es gastar dinero en parques, como el fulano parque Hugo Chávez (300 millones de bolívares) para rendir homenajes a líderes fracasados que sólo terminaron por beneficiar con su socialismo a mafias como las que rechazamos en la cuarta y ahora son peores.
Y más irónico, toda la cháchara de socialismo, y las políticas de expropiaciones de tierras han terminado por beneficiar a los grandes productores del capitalismo, quienes nos envían comida, productos varios y materia prima –que antes producíamos— a nosotros mismos.
No hay coherencia, no hay un pensar y vivir iguales. Se enarbolan la bandera bolivariana, pero contradicen a Bolívar permitiendo la explotación, la violación de los derechos y hasta la esclavitud moderna de los médicos cubanos. Se debe ser maquiavélico para aceptar la humillación de un pueblo mientras se habla de paz.
Se debe ser inhumano para aceptar que los Castro se llenen los bolsillos por cortesía de gobiernos como el de acá, de “amor”, que permiten este desastre. Mientras, el congreso brasileño, por ejemplo; continúa su puja por no permitir que los médicos cubanos ingresen en suelo brasileño sin derechos, sin libertad de pensamiento y de acción, respetando sus derechos y hasta permitiendo estar con sus familias. ¿Y nosotros?
Amigos de los regímenes abyectos del mundo, pero jamás recordando a quién vale la pena recordar y usar como ejemplo. Nelson Mandela, preso por 27 años en Robben Island por luchar en contra de la opresión, demostró con sus actos como se construye un país. La palabra respeto, se hizo presentes en un hombre de errores, pero de agrandes aciertos en la única manera de crecer: siendo autocrítico y corrigiendo.
Hoy en nuestros días de oscurantismo impuestos; recuerdo esta frase de Mandela que viene acotación cuando se cierran las puertas a la información: Una prensa crítica, independiente y de investigación es el elemento vital de cualquier democracia. La prensa debe ser libre de la interferencia del Estado… Mandela lo dijo y lo permitió. Hace falta coherencia.
Fernando Pinilla