“La Suiza Venezolana”. Ese era el nombre del proyecto que uniría a través de un ferrocarril a Caracas con El Encanto, donde estaba contemplado un teleférico hacia los sectores La Mostaza, Pangelino, El Jarillo y La Colonia Tovar.
La visionaria idea provino de la mente del presidente de Venezuela entre los años 1952 y 1958, Marcos Evangelista Pérez Jiménez, quien aparte de hacer carrera militar se graduó de ingeniero civil, por lo que supervisaba directamente todas las obras que desarrollaba.
El ambicioso proyecto turístico en los Altos Mirandinos no fue la excepción, por lo que encomendó a su trabajador Miguel Bauter que comprara unos parcelamientos en Laguneta de la Montaña, donde instalaría el centro de operaciones desde donde dirigiría que todo se desarrollara tal y como lo había pensado.
La orden fue cumplida y en el año 56 el dictador llegó en helicóptero a la mansión que desde entonces es conocida como “la casa de Marcos Pérez Jiménez”, la cual es custodiada por una serie de pinos que se erigen en sus montañosos alrededores.
“Yo tenía nueve años cuando mi padre me llevó a una reunión donde repartieron cotillones y franelas para los niños. Recuerdo que fue una gran convocatoria y todos los vecinos se reunieron en aquella casa a donde llegó aquel imponente hombre vestido de caqui y cachucha”, recuerda Macario Oropeza Avilán, fundador del icónico restaurante de Laguneta de la Montaña “La Casita de Maikel”.
-Yo me agarré de la pierna de mi papá para esconderme detrás de él y me dijo que subiera la mirada porque estábamos frente al mismísimo presidente de la República.
Con el acento típico de quienes nacen en los estados andinos del país, el dictador señaló que todos trabajarían de diversas maneras para concretar su anhelo, el cual empezó con la ampliación de la vía, así como la inclusión de los servicios de agua y luz que entonces no habían.
Todo parecía ir a favor hasta que el calendario llegó al 23 de enero del año 1958, cuando fue derrocado. “Apenas se conoció la noticia las personas se voltearon contra él y expresaron su ira ingresando a la casa de Laguneta de la Montaña y causando destrozos, desvalijándola. Apenas dejaron el piso”.
Durante un período la instalación permaneció abandonada, por lo que era visitada por vándalos que pernoctaban allí para consumir sustancias prohibidas, hasta que hace aproximadamente dos décadas la propiedad fue vendida.
-Las parcelas, conocidas entonces como Pangelino, estaban a nombre de Miguel Bauter, quien tenía 60 años y se casó con una muchacha de 17 años; Violeta, quien tras la muerte del brazo derecho del dictador y tras entregar varias propuestas para desarrollar un complejo turístico que fueron rechazadas, sucumbió a las presiones y vendió.
La instalación que estuvo hipotecada a nombre de la tabacalera nacional fue adquirida por el dueño de unas embarcaciones pesqueras de Cumaná, quien se dedicó a reconstruir el lugar, que cuentan los vecinos, es una réplica de lo que fuera en los años cincuenta.
Hoy día es utilizada eventualmente como salón para conferencias internacionales y aunque en la entrada se lee un letrero que identifica la propiedad enrejada y cuidada por perros como “Los Angelinos”, los vecinos de la zona siguen llamándola la “Casa de Pérez Jiménez”.gf
Grata equivocación
En medio del proceso de ampliación de las vías con el que comenzó el proyecto de “La Suiza Venezolana”, una contratista fue encomendada a asfaltar la vía de Los Teques que conecta con El Jarillo y Laguneta pero los obreros se equivocaron y trabajaron en Laguneta de la Montaña, justo hasta la entrada de la “Casa de Pérez Jiménez”, que una vez culminada la obra para potenciar el turismo en la zona, sería convertida en un hotel con una gran piscina y espacios de esparcimiento.
Conocido el error los obreros cobraron y se fueron dejando abandonada la aplanadora utilizada en Las Barricas, la cual permanece en la actualidad como símbolo de una época totalmente distinta a la actual.
Johana Rodríguez – [email protected]/@michellejrl