Para los petroleros la huelga fue un deber para no ser cómplices de las irregularidades administrativas en Pdvsa y para cumplir como ciudadanos. Nosotros sí visualizamos los avances del totalitarismo. Otros todavía están miopes
Eddie A. Ramírez S.
Las huelgas son instrumentos legítimos de lucha en defensa de derechos conculcados. Cuando fracasan o solo consiguen un éxito parcial muchos eluden su responsabilidad y no faltan “analistas” que intentan pulverizar a sus promotores. Algunas críticas son válidas y aleccionadoras. Otras solo obedecen a posiciones política y no a un análisis serio.
Guardando las distancias, pueden encontrarse algunas afinidades entre la huelga de junio de 1936 y la del 2 de diciembre del 2002. En “Venezuela, política y petróleo” Betancourt narra que el 14 de febrero de 1936 la huelga, las manifestaciones y los asesinatos obligaron a López Contreras a realizar algunas concesiones y muchas promesas. Sin embargo, a los pocos meses volvió la represión, situación que determinó otra huelga en junio de ese mismo año,
Recordemos que la huelga iniciada por los petroleros el 4 de abril del 2002 y secundada por la CTV y Fedecámaras el 9 y 10 de abril, la gran marcha del día 11 y el desconocimiento de la Fuerza Armada al responsable de la masacre de ese día, obligaron a Chávez a renunciar. A su regreso pidió perdón, pero poco le duró el arrepentimiento, por lo que el clima se volvió a caldear y se desencadenó otra huelga el 2 de diciembre de ese mismo año.
Esta huelga fue apoyada por todos los partidos y ONG que integraban la Coordinadora Democrática, por la CTV y por Fedecámaras. Esta vez los petroleros no tomamos la iniciativa como en abril, pero sí nos sumamos apenas se convocó. Los objetivos declarados eran: 1- Exigir adelanto de elecciones. 2- Establecimiento de una Comisión de la Verdad y 3-Presionar para que avanzara la Mesa de Negociación y Acuerdos. Sin embargo, en la mente de todos estaba la renuncia de Chávez. ¿Qué se logró? : 1- Que el Ejecutivo aprobara la realización de un referendo revocatorio y 2- que la OEA aprobara la Resolución 833 la cual insta al gobierno venezolano a “… velar por el respeto y a preservar el libre ejercicio de los elementos esenciales de la democracia…. Respeto a los derechos humanos y al estado de derecho… pleno disfrute de la libertad de expresión… abstención de estimular la confrontación política y la violencia….”. No se logró la renuncia del autócrata y muchos ciudadanos resultaron afectados por la huelga.
En relación a la de 1936 Betancourt refiere que “ Nos dejamos impresionar por la marea ascendente de la calle y prolongamos la duración de la huelga más allá de lo que se había fijado . Y como no señalamos una salida insurreccional el conflicto terminó por replegarse y deshacerse..”. La del 2002, por distintas circunstancias, también se prolongó indebidamente. Ambas son ejemplos de irresponsabilidad de los inquilinos de Miraflores y de luchas cívicas.
Para los petroleros la huelga fue un deber para no ser cómplices de las irregularidades administrativas en Pdvsa y para cumplir como ciudadanos. Nosotros sí visualizamos los avances del totalitarismo. Otros todavía están miopes.
Como en botica: Recomendamos el libro “El año que vivimos en las calles” de Carlos Ortega y Alfonso Molina. Mi reconocimiento y solidaridad con los luchadores Ortega y Carlos Fernandes. ¡A votar el 8D! ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!