La oposición demostró a quienes interesaba demostrarlo, que es a los electores, que sí es mayoría, una verdadera mayoría que no le permitió al CNE falsificar la realidad
Eduardo Casanova
Sí, a primera vista parecería que los chavistas y los demócratas, los gobiernistas y los opositores, después de las elecciones municipales del 8 de diciembre de 2013 reaccionaron como niños, cada grupo atribuyéndose la victoria con razones fútiles. Pero la verdad es que la Historia le reconocerá a los opositores, los demócratas, un triunfo innegable, triunfo en el que hay que reconocerle a Henrique Capriles su capacidad, su tenacidad y su gran capacidad de liderazgo. Literalmente contra viento y marea, con todo en contra, frente al silencio criminal de la gran mayoría de los medios radioeléctricos, contra el brutal y deshonesto ventajismo de casi todas las autoridades y de todos los chavistas, con muy pocos recursos económicos y enfrentado la obscena riqueza material de los chavistas, y ante la estupidez incomprensible de los abstencionistas, que en palabras de un altísimo representante del gobierno cubano “jugaron para el otro equipo,” la oposición, los partidarios de la democracia, lograron más votos que los gobiernistas, y con esos votos conquistaron las mejores alcaldías del país. Y sobre todo, la oposición demostró a quienes interesaba demostrarlo, que es a los electores, que sí es mayoría, una verdadera mayoría que no le permitió al CNE falsificar la realidad.
Los dueños de medios radioeléctricos, que tienen sus inmensas fortunas a buen recaudo en el imperio o en los paraísos fiscales, y cuyo interés verdadero es simplemente crematístico, razón por la cual desprecian profundamente al pueblo venezolano, optaron por silenciar a la oposición de manera radical. El pueblo no tuvo otro contacto con los candidatos de la democracia que el de boca a boca, el de las actividades de calle saboteadas por hordas chavistas que amenazaban con su violencia criminal. Y, sin embargo, lograron el triunfo.
Los abstencionistas incitaron a la gente a no votar, y más de uno terminó encogiéndose de hombros y quedándose en su casa o en la playa el día de las elecciones, lo que permitió que el CNE aprovechara los espacios vacíos para alterar la realidad votando, en favor del gobierno, por los que no votaron. Y, sin embargo, la oposición tuvo más votos que el gobierno.
El gobierno volvió a utilizar las riquezas de todos los venezolanos para sobornar y comprar votos para sus candidatos, y sin embargo, la oposición obtuvo una victoria histórica.
Apenas en Libertador, en la parte vieja de Caracas, perdió el candidato de la Unidad. En buena parte porque con el apoyo del gobierno un candidato de mala fe saboteó al de la MUD y finalmente “renunció” como un escorpión, como un alacrán, e hirió de muerte a quien debía haber obtenido la victoria. Y sin embargo, en las regiones más valiosas de Libertador, la Unidad se impuso al gobierno.
El balance es definitivamente positivo para la oposición, para la democracia. El gobierno pagará sus abusos y su irresponsabilidad y su falsa revolución terminará en desastre. Tanta irresponsabilidad, tanta incompetencia, tanta corrupción, no puede tener otro fin que el que ya se anuncia en los tiempos por venir. Venezuela renacerá de sus cenizas.
