A finales del año 2.008 reventó un escándalo militar en Colombia que puso en duda la efectividad de la política de Seguridad Democrática del Presidente Álvaro Uribe, conocido como “el caso de los falsos positivos”. Se trató de operativos especiales de exterminaciones masivas de civiles inocentes por parte del Ejército colombiano para presentarlos como guerrilleros muertos en los combates del conflicto armado. Los informes militares hacían referencia a resultados positivos sobre la base de pruebas falsas o fabricadas, lo que generó cuantiosos delitos tipificados como homicidios de personas protegidas o ejecuciones extrajudiciales.
Para el 2.009 la Fiscalía General de Colombia había investigado cerca de mil “falsos positivos”, por los cuales se abrieron juicios a los militares involucrados en ese genocidio y muchos fueron destituidos y/o presos.
Cuando observo la actuación de algunos cuerpos de seguridad del Estado venezolano para reprimir las actuales manifestaciones pacíficas y los expedientes policiales que están elaborando para que el Ministerio Público haga las respectivas imputaciones, no puedo dejar de compararla con los “falsos positivos” colombianos porque los elementos comunes se parecen mucho.
El caso de la joven Marvinia Jiménez, que fue torturada públicamente en Valencia por una integrante de la GNB, nos hace presumir que estamos en presencia de “falsos positivos” pero a la venezolana; porque a pesar de que existen evidencias grabadas que prueban que la ultrajada fue la joven manifestante, una fiscal la imputó por lesiones personales y resistencia a la autoridad porque la versión tomada en cuenta fue que la joven le dio con su ojo al casco de la militar y no al revés. Además, la ONG Foro Penal Venezolano ha documentado varios casos en los que se observan actuaciones irregulares tanto en la construcción de pruebas falsas como en las imputaciones que de ellas se derivan. Los casos similares ya pasan de mil.
El bloqueo informativo que mantiene el gobierno nacional sobre las protestas de calle ha facilitado las cosas para que la “versión oficial” sea la única que considere la fiscalía para realizar imputaciones infundadas; pero en contraste, se ha constituido una especie de contraloría mediática ciudadana a través de la redes sociales que está ayudando a que estos casos no queden impunes, porque ahora todo el mundo carga un aparatico con los que puede tomar fotos o grabar videos que, aunque no los transmitan los medios de comunicación nacionales, al menos existen otros medios internacionales que sí lo están haciendo; y así como pasó en Colombia, es cuestión de tiempo y de acción para que se sepa toda la verdad verdadera de lo que está ocurriendo en Venezuela.
RESISTENCIA A LA AUTORIDAD. Entre los varios delitos que la fiscalía les está imputando a estudiantes y ciudadanos detenidos en las protestas pacíficas de los últimos días, ha sido infaltable el de resistencia a la autoridad. Es un recurso jurídico que está siendo aplicado a todo aquel que agarren en manifestaciones o esté cerca de ellas, y no hay forma de que nadie se salve porque cuando la fuerza pública entra cayéndoles a cascazos y bombazos lacrimógenos, se activa el instinto natural de supervivencia y lo que provoca es salir corriendo a protegerse. La fiscalía sólo “ve” la resistencia a la autoridad pero no el abuso de autoridad, que también es un delito. Un “falso positivo” consiste en usar pruebas falsas para obtener resultados oficiales positivos.
DIPLOMACIA INMADURA. Maduro acaba de romper relaciones diplomáticas y comerciales con Panamá porque el embajador del país centroamericano ante la OEA propuso que este organismo internacional discutiera la crisis política de Venezuela, por la evidente conducta antidemocrática del gobierno al aplicar un uso desproporcionado de la fuerza pública para reprimir las protestas estudiantiles que ha originado una veintena de muertos. Este episodio me hace comparar la diferencia con lo que se llamó la Doctrina Betancourt, porque mientras uno planteaba romper relaciones con países que no practicaran la democracia, el otro las rompe con los que la solicitan. Por cierto que causa pena ajena la actitud de silencio cómplice de algunos países de la región ante la situación venezolana. Veo dos motivos para esta indolencia internacional: similitud ideológica con el gobierno venezolano y continuar con el “chuleo” de nuestro petróleo.
MONTAÑALTA. Los vecinos de este sector de Carrizal han sufrido un acoso brutal por parte de algunos organismos de seguridad del Estado durante los últimos días. Los reportes de detenidos y heridos fueron confusos, pero sí fue evidente la foto que recorrió el país y el mundo donde aparecen funcionarios de la GNB apuntando con sus armas a otros de la policía municipal para evitar que auxiliaran a un herido, producto de las refriegas. En la noche, cuando el cansancio venció a las fuerzas regulares le dieron paso a los colectivos violentos para que continuaran logrando la “paz madurista”. La que se consigue a punta de carajazos. Por cierto que fue la primera actuación pública de estos grupos paramilitares después que el propio Maduro los autorizara a “apagar las candelitas que se prendan”, igual que en Los Ruices donde murieron otros dos venezolanos más. Ya van 22.
LA “SUERTE” DE GARCES. Uno que debe estar brincando en una pata con lo que está pasando en el país es el alcalde de Guaicaipuro porque los problemas del municipio han pasado a un segundo plano. La gente se sigue ahogando en la basura pero está más ocupada en marchar pacíficamente, como quedó demostrado el lunes cuando una gigantesca caminata de más de 20.000 personas llenó las calles de Los Teques. Garcés también ha corrido con la “suerte” de que los trabajadores informales que no pudieron entrar al mercado que construyó la Gobernación de Miranda y que están cansados de esperar a que la alcaldía termine el que les prometió hace más de cuatro años, le realicen una protesta que tienen programada para exigir la reactivación de la obra y para no seguir en las calles. Los buhoneros la han suspendido varias veces para que no crean que son “guarimberos” y para no echarle más candela al fuego; pero de un momento a otro se van a presentar en el despacho del “conserje del municipio”. Esto me lo contó un pajarito rojo…
Sergio Graffe / @SERGIOGRAFFE