Juan M. Raffalli
Parte de la oposición ha asumido una división que no existe. Quienes le echan leña a esa fogata favorecen al adversario
La indignación es comprensible, pero no justifica escupir hacia arriba. Pensemos un poco. Digamos que usted es de los que piensa que Julio Borges es un colaboracionista que solito evitó un pronunciamiento militar; o que Capriles, con millones de votos en el buche, resultó ser un blandengue por no llamar a la gente a la calle a jugarse el pellejo.
O por el contrario, asumamos que usted es de quienes piensan que Leopoldo y María Corina, valentía aparte, se precipitaron en interés propio y nos metieron en un callejón sin salida. En fin, digamos que usted se ubica en una de las dos puntas y despotrica de la otra. Mi pregunta concreta, amigo opositor, es en qué carrizo beneficia a su causa atacar a su compañero de trinchera. ¿Alguien ha visto a Diosdado diciendo que Maduro está equivocado o viceversa? Al Gobernador Vielma se le ocurrió medio insinuar un desacuerdo y tuvo que clavar los frenos.
La invaluable unidad opositora, solo justifica porque hay posiciones divergentes pero con el mimo propósito. Las distancias están en el «cuándo» y en el «cómo», no en el «qué» ni en el «por qué» de la lucha, así que no hay división. La administración Maduro hace aguas. Empuja un plan de ajustes por cuenta gotas. Liberan precios calladitos; devalúan; ahora anuncian un ajuste fiscal -más- impuestos y se avizoran otras medidas de alto costo político como el posible aumento de la gasolina y la electricidad. Precisamente éste debe ser el modo de conexión de la oposición unida con los sectores populares que si bien le importan los temas institucionales, se les va la vida tratando de alcanzar sus niveles mínimos de subsistencia. Y he allí la nuez del asunto, la dos visiones estratégicas opositoras se deben complementar. Si algunos líderes avanzaron y movilizaron un sector cualitativamente importante, ahora como la afeitadora de dos hojillas, viene un segundo tiempo en el juego para activar y movilizar sectores populares. El objetivo es extender las protestas pacíficamente para que se conecten con el progresivo descontento popular. Pero eso será imposible si la lucha interna y la mezquindad torpedean el propósito común de la unidad, ¿o será que hay quienes no le interesa?