El 15 de abril de 2012 publiqué en este humilde espacio una columna titulada, La Bora devora. En aquel entonces denunciaba, luego de investigar de manera muy sencilla por internet, el alcance y gravedad de la presencia de la Bora en el embalse La Mariposa (no soy biólogo, ni nada por el estilo), debido a la poca seriedad que se le daba a este problema. En aquel momento se había prometido solucionar dicha plaga recolectando la planta parásita que cubre la superficie de cuanto cuerpo acuático consiga a su paso y la cual tiende a proliferar de manera descontrolada si la recolección de la planta se hace de manera equivocada. Lo delicado de la Bora y su reincidencia en los cuerpos de agua, como puede leer cualquier persona en internet, radica en que si las semillas de esta son arrancadas sin ningún cuidado, como se puede evidenciar en estudios publicados por universidades de España y el mundo, se corre el peligro de no lograr eliminar la planta, sino sencillamente hacerla retoñar unos meses después. Luego de un tiempo eso fue justamente lo que sucedió para variar. Como todo en el país la recolección de la Bora se realizó de manera folclórica, de la manera más económica para invertir por el gobierno, pero seguramente con el trasfondo de partidas multimillonarias para algunos enchufados. El resultado es uno, simplemente, y se puede evidenciar luego de tres años en dicho embalse. La Bora fue eliminada en un principio sin tener los recaudos necesarios y las esporas de la planta parásita volvieron a germinar y a cubrir la superficie del agua.
El problema radica en que jamás nos asesoramos de la manera correcta, sencillamente se busca solventar el problema momentáneamente, luego el dinero invertido en camiones y mano de obra, totalmente descalificada para este trabajo, se pagará de nuevo en algunos meses. Lo más grave sin duda, es que mientras eso sucede la calidad del agua que se consume es de muy baja calidad, esto debido a que la Bora, justo en este momento, le está robando el oxígeno al agua, de por sí contaminada por las aguas residuales que se vierten en el embalse, y la presencia de los santeros a lo largo del rio que surte dicho embalse.
Acá nada se hace con seriedad, acá nos importa un c… si ese embalse es el que se surte de agua (supuestamente potable, aunque no es ni incolora, insabora, e inolora) a parte de Caracas y Altos Mirandinos, y en la que hay presencia de eutrofización, proceso degenerativo que ocurre por el exceso de nutrientes y que da como resultado la putrefacción del agua y la tierra.
Sencillamente vivimos en un país en el que la burocracia, la politiquería y la demagogia están a la orden del día, los problemas surgen y las respuestas no son las adecuadas, por el contario, tras demorarse en la mayoría de los casos, resulta que no se da ningún tipo de soluciones. El caso de la Bora en La Mariposa se une a una lista inmensa de casos en el que el proselitismo político es la norma. El país vive sin memoria, ni corta ni a largo plazo, únicamente parecen encerrados en el laberinto de los problemas inmediatos, los cuales todos sufrimos en la piel, pero que nos hacen perder de vista el macro, la situación nacional deplorable.
El ministerio del ambiente, brilla por su ausencia, el gobierno nacional, se hace de la vista gorda y no se profundiza en la búsqueda de respuestas. El ciudadano común tiene muchos rollos para estar pensando en el agua, aunque esto sea un asunto de vida o muerte. Es cierto, el gobierno ha logrado que nuestros ojos se centren en conseguir los problemas que nos atañen directamente a nosotros, en las colas, en el poder encontrar una bolsita de jabón, una de leche o papel tualé. Nuestra mirada no da más para entender que el problema no es discutir por el aumento del sueldo mínimo, sino solucionar y cambiar un modelo político de desidia, de respuestas improvisadas y que tiene como estrategia sabernos ocupados en otros menesteres antes de reclamar nuestros derechos básicos. El aumento es un paño de agua tibia que se devaluó inmediatamente, el problema no son unos cobre más, la solución es que la economía mejore inmediatamente, que se tomen correctivos contra la inflación, pero fundamentados en verdaderos estudios económicos, y no en decir que con más “socialismo bolivariano” (pobreza, escasez, e inseguridad) se arreglará todo.
El problema de la Bora es un claro ejemplo de la infamia de un gobierno que no vela por las necesidades del país, y menos sienten prisa en solventar alguno de nuestros problemas. La permanencia en el poder es lo único que les importa y un resentimiento rancio e infundado contra todo el que no acepte pensar como ellos. El embalse la mariposa nos grita el peligro de dejar al mando del país a disociados, a politiqueros, a lo grave de enamorarnos de los políticos y verlos como dioses y no como lo que son, servidores públicos cuya única finalidad sería solventar todo. Pero el rancho en la cabeza nos dificulta la vista, aunque el agua apesta, sabe vomitivamente, además que falta en muchos sectores, no fijamos una posición consiente y no idolatra. Como ciudadanos estamos llamados a ejercer contraloría al dinero que se despilfarra, a investigar, a no creer todo lo que se dice y exigir respuestas inmediatas, sin que esto sea un pecado capital, sino un derecho avalado por nuestra Carta Magna.
Si usted que me lee, llega a pasar por el embalse La Mariposa y observa como ya ha sucedido, camiones y palas mecánicas arrancando a diestra y siniestra la Bora, sepa que en cuestión de unos meses germinará, cubrirá todo el embalse y nosotros continuaremos tomando agua, para nada potable, mientras Diosdado y Nicolás toman agua Perrier. La Bora continúa devorando.
Fernando Pinilla