Con picos de botella varios motorizados llegaron a la cola que se ha vuelto habitual en las afueras de la sucursal de la Central Madeirense de La Cascada, donde señalaron que serían los primeros en comprar a menos que quisieran ver heridos.
Lejos de amedrentarse, quienes desde la madrugada se formaban con la esperanza de comprar se amotinaron, generándose una tángana que terminó con la huida de los mala conducta, en hecho registrado la semana pasada.
“Esos casos abundan; son el pan nuestro de cada día”, reflexionó Melinda Jiménez, que al menos una vez a la semana se forma en la pasarela de Montaña Alta que ahora sirve de refugio a los compradores.
–Por allí pasaron una cadena diciendo que los malandros serán quienes pongan orden en la fila y no aceptarán que ni vigilantes, ni policía ni la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) intervengan. Esa sería la ñapa a la situación tan desagradable que estamos viviendo.
La escena se repite fuera de los Altos Mirandinos. En Caracas la tolerancia también se está acabando. Un motorizado en tono altanero y acaparando varias cajas contentivas de leche líquida dijo que quien se atreviera a tocarlo “iba a llevar”.
Una señora de avanzada edad fue la primera en acercarse para quitarle una leche alegando que ya estaba vieja para la gracia, que si quería la matara, pero igual se llevaría su producto. El comentario fue suficiente para que más personas se sumaran y dejaran al hombre que esperaba ser “rescatado” por amigos sin un solo litro de leche.gf
Johana Rodrí[email protected]/@michellejrl