Comenzaron por justificar la violencia que dio inicio a la crisis de valores, cuando, al hacer una apología al delito, se utilizó el pretexto de que “si alguien tiene hambre puede atracar y hasta matar para sobrevivir”
En 17 años continuos de gobierno “chavista” se han acumulado un sinnúmero de errores y fracasos que les han costado la vida a miles de ciudadanos. No estamos escribiendo con amarillismo. Nada de eso. Se trata de registrar la tragedia que ha hecho de la existencia de cada familia venezolana un tormento. Comenzaron por justificar la violencia que dio inicio a la crisis de valores, cuando, al hacer una apología al delito, se utilizó el pretexto de que “si alguien tiene hambre puede atracar y hasta matar para sobrevivir”. ¡Qué locura! Cómo nos ha salido de cara semejante blasfemia de alguien queriendo lucir irreverente ante las injusticias que se deben enfrentar con otros criterios, ajenos al populismo y a la demagogia irresponsable que nos arrastra a estos fatídicos escenarios.
De esas loas a la violencia se alimentaron los pranatos, los sindicatos paralelos, los grupos parapoliciales, que izando banderas revolucionarias enmascaran sus fechorías con formas de asaltos y secuestros, y los carteles del narcotráfico. Luego inventaron las famosas “zonas de paz”, que ahora pretenden desmontar con allanamientos y redadas incontroladas y despiadadas que se llevan por delante a cuanto vecino encuentran en barriadas populares en todo el país. Mientras tanto, se cambian ministros y jefes de policías que se van con sus planes de seguridad como el que “carga las tablas en sus cabezas”.
Otra locura fue el cierre de la frontera colombo-venezolana, y verdaderamente insólito poner a “pagar las cuentas del contrabando de alimentos y combustibles” a los residentes en esa zona. Esa medida, que no tiene razón de ser, se aplicó con saña y con la frialdad propia de los indolentes que no reparan un atisbo en las consecuencias humanitarias que traería consigo semejante arbitrariedad. Fue igual como cuando se “jugaba a la guerra”, mandando a desplazar los tanques del ejército de nuestra Fuerza Armada para testimoniarle solidaridad a Marulanda.
¿Y qué decir de Pdvsa? Es una empresa venida a menos al perder su prestigio internacional y trasformada en “pollera popular”, que no produce petróleo ni puede ya vender gallinas, mientras los voceros enriquecidos del régimen le gritaban a la gente arremolinada en los mercados que “ser rico es malo”. Eso sí, los dólares de Cadivi son muy buenos para hacer fortunas relámpago, mientras se entretiene a “los pendejos del pueblo” con la fantaseada guerra contra el imperialismo invasor. Lo cierto es que Maduro no sabe qué hacer con el desastre heredado, y por eso dijo, llevándose sus manos a la cabeza: ¡Dios proveerá!
Mitzy C. de Ledezma