Por: David Uzcátegui
La economía de Venezuela ha sido objeto de atención global en los últimos años debido, a su muy particular forma de comportarse, que nos ha convertido en un caso único en el mundo.
La situación económica nacional es una tormenta perfecta compuesta por variables como la pérdida de poder adquisitivo, la informalización de la economía, perdida de la capacidad de ahorro, y una fuga de cerebros y mano de obra, en busca de una vida mejor en otras latitudes.
Para principios de este año, el Fondo Monetario Internacional pronosticó que el crecimiento real del Producto Interno Bruto de Venezuela para 2023 sería del 5%, una cifra que, en principio, podría considerarse positiva en general para cualquier nación. Sin embargo, este crecimiento se queda corto, si lo comparamos con las reales necesidades nacionales de expansión.
Los vaivenes en la economía de Venezuela se han traducido en una reducción del tamaño de su economía. Según datos de la CEPAL o Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas, entre 2013 y 2021, el PIB del país se encogió en un 75%.
Hablar de la necesidad de aumentar la producción de bienes y servicios es, sin duda, un imperativo. Se trata de la única forma de crear riqueza y de hacerlo con la mayor celeridad posible.
La meta de crecimiento del 10% es clave para la recuperación económica de Venezuela. Es ambicioso, es una meta alta, pero se trata de una urgente inyección de vida para la nación.
Hablar de cualquier cifra inferior a la mencionada no es suficiente para compensar la etapa adversa que el país ha experimentado. Para que los venezolanos comiencen a notar una verdadera recuperación en su poder adquisitivo, se necesitan definitivamente tasas de crecimiento mucho más elevadas.
¿Cómo puede Venezuela lograr un crecimiento económico del 10% o más? Las soluciones a los problemas económicos del país no son sencillas ni rápidas, pero algunas medidas pueden allanar el camino hacia la recuperación.
Urge detectar y trabajar en todos los factores que han desalentado la inversión nacional y extranjera y obstaculizado por lo tanto el crecimiento económico. Se necesita un clima de estabilidad para atraer inversión y fomentar el desarrollo.
Las reformas estructurales tienen que suceder en paralelo e ir al fondo. Se deben abordar problemas que se han convertido en verdaderos fantasmas que siempre acechan, como la inflación y la devaluación; además de la fluidez en el acceso a divisas extranjeras y el abastecimiento pleno de productos básicos. Se requieren todas estas acciones concertadas para estabilizar la economía y fomentar la inversión.
Es llover sobre mojado el hablar de nuestra excesiva dependencia excesiva del petróleo, lo que ha sido uno de los factores que han llevado a la crisis actual. Si bien hay que meterle el hombro a esta industria porque puede ser nuestro salvavidas a corto plazo, Hay que diversificar la economía, promoviendo sectores altamente valorados como la agricultura y la manufactura. Allí tenemos, literalmente, el progreso del país en la palma de la mano.
A medida que el país trabaje en la recuperación de su poder adquisitivo, la reactivación de la industria, la construcción y el turismo desempeñarán también un papel crucial en la revitalización de su economía.
La inversión en proyectos de infraestructura, viviendas y transporte no solo generará empleo, sino que también mejorará la calidad de vida de los venezolanos y promoverá el crecimiento a largo plazo.
El turismo es otro sector con un gran potencial en Venezuela. El país cuenta con una belleza natural y un patrimonio cultural impresionante que pueden atraer a turistas de todo el mundo. Sin embargo, para aprovechar este potencial, es necesario garantizar la formación del recurso humano en atención y servicio, además de la infraestructura adecuada para los visitantes.
La cooperación internacional es esencial. Venezuela necesita apoyo económico y asistencia técnica de organizaciones especializadas, además de robustecer su cooperación con multitud de países que aporten capital, tecnología y conocimiento, para poder acometer las numerosas tareas necesarias.
La inversión en educación y formación profesional es urgente, porque el conocimiento es el gran igualador hacia arriba de una sociedad. Trae prosperidad a los ciudadanos, mientras a la vez crea una fuerza laboral capacitada y productiva que respalde el crecimiento económico sostenible.
Lograr la expansión de nuestra economía en un 10% o incluso más, es un desafío monumental para Venezuela, pero es esencial para terminar de pasar la página de este ciclo histórico y abrirnos a un futuro sólidamente prometedor.
La perseverancia y el compromiso de los venezolanos, son fundamentales para el futuro de la nación y la mejora en la calidad de vida de su población.