Ante cualquier acontecimiento de cierta envergadura que ocurre en nuestro país, donde se ven involucrados los principales actores políticos, surgen dos versiones contrastantes
Desde hace unos cuantos años los venezolanos hemos estado expuestos a lo que se podría denominar el problema de las dos versiones. El asunto es que, ante cualquier acontecimiento de cierta envergadura que ocurre en nuestro país, donde se ven involucrados los principales actores políticos, surgen dos versiones contrastantes. Los medios de comunicación y los voceros políticos y comunicacionales de dos fuerzas antagónicas, se encargan de mostrarnos, cada quien por su lado, la versión que más les conviene.
Mientras tanto, a los venezolanos que no estamos inmersos en la intensa lucha por el poder que se libra en Venezuela, no nos queda otra alternativa que hacernos una idea propia de lo que realmente ha acontecido, y para ello tenemos que leer entre líneas los diferentes mensajes escritos, auditivos y de imágenes que profusamente son enviados a través de las poderosas artillerías comunicacionales que cada bando maneja.
Del más reciente acontecimiento que ocurrió en la ciudad capital de Venezuela, denominado «Toma de Caracas», cuyo promotor principal fue la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), han surgido dos versiones completamente diferentes, en cuanto a la cantidad de personas que asistieron a tal cita. José Vicente Rangel, como vocero político y comunicacional de las fuerzas chavistas concentradas en la Avenida Bolívar, dijo que a la «Toma de Caracas» asistieron unas 30 mil personas nada más, mientras que el vocero de la MUD, Jesús Torrealba, manifestó que a ese evento épico acudió, por lo menos, un millón de fervientes militantes de la oposición.
Como eventos similares a la «Toma de Caracas», o de otro género, seguramente que ocurrirán en el futuro, sean organizados por uno u otro bando, es aconsejable que las personas, en lugar de ser expectadoras pasivas, agudicen un poco más el sentido de análisis e interpretación de lo que ocurre, para así evitar quedar atrapadas por una u otra de las dos versiones que son promovidas por los actores políticos, o simplemente aceptar acríticamente la versión que más conviene.
Alfredo Portillo
aporrea.org
