Miguel Molero
El debate político de los últimos 21 años en Venezuela ha estado caracterizado por la chapucería política a lo que lo condujeron los llamados “liderazgos” La primera Chapucería de este liderazgo estuvo en la justificación que le dio hace 21 años al intento de golpe de estado del 4 de febrero de 1992. Hubo quienes sostuvieron que los motivos de los golpistas eran validos y alimentaron el descontento contra la clase política que hizo posible el Pacto de Punto Fijo.
Uno de los mayores responsable de la referencia anteriormente descrita fue el expresidente Rafael Caldera, quien en su ambición desmedida de poder y su intriga contra Carlos Andrés Pérez se atrevió a desconocer los importantes logros políticos, sociales y económicos logrados en los 40 años del Pacto Punto de Fijo donde él fue uno sus principales protagonistas.
El expresidente Caldera pronunció un discurso en sección conjunta del Congreso Nacional donde se discutía el Decreto de suspensión de Garantías motivado por el intento del golpe de Estado, donde entre otras cosas, expresó lo siguiente: “No estoy convencido de que el golpe felizmente frustrado hubiera tenido como propósito asesinar el presidente de la república…Es difícil pedirle al pueblo que se inmole por la libertad y por la democracia, cuando piensa que la libertad y la democracia no son capaces de darle de comer y de impedir el alza exorbitante en los costos de la subsistencia, cuando no ha sido capaz de poner un coto definitivo al morbo terrible de la corrupción, que a los ojos de todo el mundo está consumiendo todos los días la institucionalidad. Esta situación no se puede ocultar. El golpe militar es censurable y condenable en toda forma, pero sería ingenuo pensar que se trata solamente de una aventura de unos cuantos ambiciosos que por su cuenta se lanzaron precipitadamente y sin darse cuenta de aquello en que se estaban metiendo…Yo quisiera que los señores jefes de Estado de los países ricos que llamaron al presidente Carlos Andrés Pérez para expresarle su solidaridad en defensa de la democracia entendieran que la democracia no puede existir si los pueblos no comen”. Esta “habilidad política” del expresidente Rafael Caldera condujo a la aparición de un Frankenstein político que con sus gritos, su histeria, su permanentes conflictos inútiles y sus viles propósitos de permanecer indefinidamente en el poder, logró adelantar un modelo político hegemónico que ha derivado en una parodia de fanáticos dogmaticos propio de ignorantes que no tienen ideas serias que defender ni argumentos para debatir a fondo los problemas trascendentales del país. Pero lo lamentable de esta parodia es que la oposición se ha enredado en un simulacro de elecciones después del fraude del Referendo Revocatorio Presidencial (RRP) del año 2004. Con esta sola estrategia política en lo electoral, la oposición ha descuidado la política de fondo del régimen, marcada por la imposición de un modelo político-ideológico alineado con el régimen cubano.
Esta sola política electoral de la oposición ha desvirtuado la evolución de los acontecimientos de la polarización, razón por la cual no se ha profundizado en la complejidad, la trascendencia y la organización de las acciones y la dirección operativa que el régimen le ha imprimido a su modelo político-ideológico para lograr captar el apoyo de las masas e imponer su sombrío modelo político.
El liderazgo de la oposición no ha logrado hasta ahora contrarrestar el carácter mutante e invasivo del modelo político-ideológico del régimen. La oposición no ha podido descifrar la nomenclatura de “pobres” contra “ricos” instalada en la mente de los “pobres”. Esta nomenclatura ha contado con una lógica política que motiva a los estratos sociales más vulnerables económicamente a apoyar el modelo político-ideológico del régimen. Es este el tipo de discusión que el liderazgo de la oposición no se ha dedicado a estudiar e investigar en profundidad, pues ha estado más preocupado en conservar en “los espacios” políticos que golpear al régimen en el “cráneo” de su modelo político-ideológico, lo que en mi opinión, ha permitido que la actual crisis, no se haya traducido en un debilitamiento mayor para el régimen.
El liderazgo de la oposición no hace esfuerzos serios para estudiar, investigar e interpretar el discurso político del régimen y sobreponerse a las vaguedades electorales mostrándose consciente de la magnitud política del problema del país, o irremediablemente continuaremos, de fracaso en fracaso.