LuisNoé Ochoa
‘El regreso del Niño’, titularon algunos medios. Y aparecía Gustavo Petro de nuevo en la Alcaldía de Bogotá. Y aunque hubo iras de la derecha por decirle ‘Niño’ a Petro, en realidad las noticias se referían al fenómeno del Niño. En el Ideam tienen la ideam de que vendrá, y con sequías. Como con la que encontró el Alcalde a Bogotá, en un 70 por ciento sin agua potable, porque se reventaron dos guayas y trabaron las compuertas en la planta Wiesner.
Muchos, para los que Petro no es potable, quisieran que se trabaran las compuertas del palacio Liévano y este no pudiera entrar. Pero el hecho es que recuperó la silla, llegó como un héroe, desafiante por la 7.ª, y vino hablando duro. Y ni los chamanes saben si se va a quedar hasta diciembre del 2015, o por cuánto tiempo o si habrá revocatoria o elecciones de nuevo alcalde.
Este papelón memorable que hace la justicia parece una película de esas que no terminan nunca. Tanto que al Alcalde ya le dicen Harry Petrer. Pero sería mejor llamarlo ‘Duro de Tumbar III’, con actuación especial de la actriz de reparto María Mercedes Maldonado, como la alcaldesa más rápida del oeste.
Porque en este triste espectáculo batimos el récord Guinness de la alcaldesa más breve en la capital de un país. Es una cinta de suspenso, pero en realidad parece de Cantinflas. La señora Maldonado más se demoró en levantar la mano para jurar cumplir con lo que le ordenan la Constitución y la ley que en terminársele el periodo. Lo único fue que se le agregaron un par de renglones en la hoja de vida: “exalcaldesa encargada de Bogotá por 15 horas”. Esto es un chiste. Los alcaldes, tres en una semana, cambian de turno como celadores.
Volvió Harry Petrer, pues dos magistrados de restitución de tierras del Tribunal de Cundinamarca le restituyeron el lote de la Alcaldía, de donde fue desplazado por decisión del Procurador, con una sanción exagerada, que es el detonante de todo este despiporre.
Todo porque se mezcla fácil la política con la justicia y los odios. Y es, sobre todo, ridículo lo que está ocurriendo. Así se lo escuché a una muchacha de esas que hoy abrevian todo, ‘maso’ por más o menos; el ‘finde’, por fin de semana; ‘ficti’, por ficticio. Ella dijo que este caso es ‘ridi’. Más que ‘ridi’, es lo que le falta para completar la palabra.
Además, nadie sabe nada. Los juristas saben más de la rodilla de Falcao que del futuro de la Alcaldía. Que las medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos son de obligatorio acatamiento. Que no, son recomendaciones. Que la tutelatón es ilegal. Que las tutelas de terceros no proceden. Que sí, que son un derecho democrático. Falla el Consejo de Estado, el Presidente acata y se va Petro. Falla un Tribunal, el Presidente acata y vuelve Petro. La Procuraduría impugna y de golpe se va Petro… Que será la Corte Constitucional la que fallará de fondo… Se va, se queda, se queda, se va. Esto es ‘ridi’.
Y aquí se ve que la justicia está mal y necesita reforma urgente. Pero, mientras tanto, ante esta incertidumbre jurídica y administrativa, Bogotá y los bogotanos, ¿qué? Por ahora estamos sin POT. Nadie sabe a qué atenerse… Los constructores parece que se dan duro contra el muro. El metro parado, inseguridad, inmovilidad.
La ciudad está dividida, como Venezuela, tensa, sin rumbo, con elecciones en un mes. ¿Quién detiene el tren hacia el abismo? ¿Las altas cortes no se hablan? Se necesita un alcalde que pueda actuar. Si se queda Petro, que se quede, pero que no se dedique a defenderse sino a gobernar. Tampoco, a darles millonarios contratos a sus abogados defensores. Es ofensivo. Pero no podemos seguir en este ‘ridi’…